Irakli Akruashvili era hasta hace poco el ministro de defensa de Georgia, además de uno de los “halcones” del gobierno y el brazo derecho del presidente “prooccidental” Mijail Saakashvili.
Hace unos días, Akruashvili acusó al presidente Saakashvili de haber ordenado el asesinato del empresario georgiano Badri Patarkatsisvili y de diversos casos de corrupción.
Al día siguiente, ya es casualidad, Akruashvili fue detenido, acusado de, ¿de qué? De blanqueo de dinero, mal uso de cargo público, negligencia en el trabajo y extorsión. La detención fue hace un par de días. Y ya ha sido condenado. Que yo sepa, no ha aparecido la noticia en ningún periódico español. Digamos que en vez de Saakashvili se llama Putin, ¿tampoco habría salido nada? O cuando el primer ministro, una de las pocas personas que podía hacer sombra a Saakashvili murió en extrañas circunstancias. ¿Nadie especuló por dónde podían ir los tiros? No, en nuestra prensa solo hubo versión oficial.
Pero es que Saakashvili es de los nuestros.
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