10 marzo 2014

Cómo finalizar la crisis ucraniana, según Henry Kissinger



Artículo de Henry Kissinger en Washington Post.
Toda la discusión pública en Ucrania es una confrontación .¿Pero sabemos a dónde vamos? En mi vida he visto cuatro guerras comenzadas con gran entusiasmo y apoyo popular, y ninguna de ellas supimos acabarlas y de tres de ellas nos retiramos unilateralmente. El test de la política es cómo terminar, no cómo empezar.
Demasiado a menudo la cuestión ucraniana se plantea como una confrontación: ¿debe Ucrania unirse al este o al oeste? Pero si Ucrania debe sobrevivir y prosperar no debe ser un puesto adelantado de uno contra otro, debería funcionar como un puente entre ellos.
Rusia debe aceptar que intentar forzar a Ucrania a un estatus de satélite, y por tanto mover de nuevo las fronteras de Rusia, destinaría a Moscú a repetir su historia de ciclos de presiones recíprocas con Europa y los Estados Unidos.
Occidente debe entender que para Rusia, Ucrania nunca puede ser solo un país extranjero. La historia rusa comienza en la Rus de Kiev. La religión rusa se desarrolló desde allí. Ucrania ha sido parte de Rusia durante siglos, y sus historias han estado unidas desde entondes. Algunas de las batallas más importantes para la libertad de Rusia, empezando por la batalla de Poltava, se han desarrollado en suelo ucraniano. La flota rusa del mar Negro, la proyección del poder en el Mediterráneo, tiene su base por un acuerdo a largo plazo en Sebastopol, Crimea. Incluso famosos disidentes como Alexandr Solzhenitsyn y Joseph Brodski insistían en que Ucrania era una parte integral de la historia rusa, y por tanto de Rusia.
La Unión Europea debe reconocer que su tardanza burocrática y la subodinación del elemento estratégico a la política doméstica en la negociación de la relación ucranian con Europa ha contribuído a llevar la negociación a una crisis. La política exterior es el arte de establecer prioridades.
Los ucranianos son el elemento decisivo. Viven en un país con una historia compleja y una composición políglota. La parte occidental fue incorporada a la Unión Soviética en 1939, cuando Stalin y Hitler se repartieron el botín. Crimea, donde un 60% de la población es rusa, se convirtió en parte de Ucrania solo en 1954, cuando Nikita Kruschev, ucraniano de nacimiento, la entregó como parte de la celebración del 300 aniversario del acuerdo de Rusia con los cosacos.. La parte occidental es mayoritariamente católica, la oriental ortodoxa rusa. La occidental habla ucraniano, la oriental ruso en su mayoría. Cualquier intento de una parte de Ucrania de dominar a la otra, como ha sido lo habitual, llevaría a una guerra civil o a una ruptura. Tratar a Ucrania como parte de una confrontación este-oeste, impediría durante décadas cualqueir intento de conseguir que entre Rusia y occidente, especialmente entre Rusia y Europa, hubiese un sistema cooperativo internacional.
Ucrania solo es independiente desde hace 23 años; había estado previamente bajo algún tipo de diminio extranjero desde el siglo XIV. Por tanto no es sorprendente que  sus líderes no hayan aprendido el arte del compromiso, y menos de la perspectiva histórica. Las políticas de la Ucrania independniente han mostrado claramente que la raíz del problema  se basa en los esfuerzos de los políticos ucranianos de imponer su deseo sobre las partes recalcitrantes del país, primero por una facción, y luego por la otra. Esa es la esencia del conflicot entre Victor Yanukovich y su principal rival político, Yulia Timoshenko. Ellos representan las dos alas de Ucrania y no tienen intención de compartir el poder. Una política inteligente de los Estados Unidos hacia Ucrania debería buscar un manera de que las dos partes del país colaboren mutuamente. Deberíamos buscar la reconciliación, no la dominación de una facción.
Rusia y el oeste, y la mayoría de las facciones en Ucrania, no han actuado según este principio. Cada uno ha empeorado la situación, Rusia no podría imponer una solución militar sin aislarse a sí misma cuando varias de sus fronteras son precarias. Para occidente la demonización de Vladimir Putin no es una política, es una coartada para la ausencia de ella.
Putin debería entender que, sean cuales sean sus quejar, una política de imposiciones militares produciría otra guerra fría. Por su parte los Estados Unidos necesitan evitar tratar a Rusia como un anormal al que hay que enseñar con paciencia las reglas de conducta establecidas por Washington. Putin es un estratega serio, según las premisas de la historia rusa. La comprensión de los valores y psicología norteamericana no es su fuerte. Ni la comprensión de la historia y psicología rusa  han sido el punto fuerte de los estrategas políticos norteamericanos.
Los líderes de todas las partes deberían volver a examinar los resultados, no a competir en poses. Esta es mi noción de un resultado compatible con los valores y los intereses de seguridad de todas las partes:
1. Ucrania debería tener el derecho de elegir libremente sus asociaciones políticas y económicas, incluyendo con Europa.
2. Ucrania no debería ingresar en la NATO, una posición que tomé hace años, cuando se planteó.
3. Ucrania debería ser libre para crear cualquier gobierno compatible con la voluntad expresada de su pueblo. Unos líderes ucranianos inteligentes optarían entonces por una política de reconciliación entre las diversas partes del país. Internacionalmente seguiría unapostira comparable a la de Finlandia. Esta nación no deja duda sobre su independencia y coopera con occidente en la mayoría de los campos pero evita cuidadosamente cualquier hostilidad internacional hacia Rusia.
4. Es incompatible con las reglas del orden mundial establecido que Rusia se anexione Crimea. Pero debería ser posible situar la relación entre Crimea y Ucrania en una base menos tensa. Finalmente Rusia debería reconocer la soberanía ucraniana sobre Crimea. Ucrania debería reforzar la autonomía de Crimea en las elecciones con presencia de observadores internacionales. El proceso debería incluir el fin de cualquier ambigüedad sobre el estatus de la flota del mar Negro en Sebastopol.
Esto son principios, no prescripciones. La gente familiarizada con la región sabrá que no todas ellas son aceptables por todas las partes. El objetivo sería no una absoluta satisfacción sino una insatisfacción equilibrada. Si no se alcanza alguna solución basada en estos o en elementos similares, el camino hacia la confrontación se acelerará. El momento para ello está bastante cerca.

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