Artículo de Henry Kissinger en Washington Post.
Toda la discusión pública en Ucrania es una
confrontación .¿Pero sabemos a dónde vamos? En mi vida he visto cuatro guerras comenzadas
con gran entusiasmo y apoyo popular, y ninguna de ellas supimos acabarlas y de
tres de ellas nos retiramos unilateralmente. El test de la política es cómo
terminar, no cómo empezar.
Demasiado a menudo la cuestión ucraniana se
plantea como una confrontación: ¿debe Ucrania unirse al este o al oeste? Pero
si Ucrania debe sobrevivir y prosperar no debe ser un puesto adelantado de uno
contra otro, debería funcionar como un puente entre ellos.
Rusia debe aceptar que intentar forzar a Ucrania
a un estatus de satélite, y por tanto mover de nuevo las fronteras de Rusia,
destinaría a Moscú a repetir su historia de ciclos de presiones recíprocas con
Europa y los Estados Unidos.
Occidente debe entender que para Rusia, Ucrania
nunca puede ser solo un país extranjero. La historia rusa comienza en la Rus de Kiev. La religión rusa
se desarrolló desde allí. Ucrania ha sido parte de Rusia durante siglos, y sus
historias han estado unidas desde entondes. Algunas de las batallas más
importantes para la libertad de Rusia, empezando por la batalla de Poltava, se
han desarrollado en suelo ucraniano. La flota rusa del mar Negro, la proyección
del poder en el Mediterráneo, tiene su base por un acuerdo a largo plazo en
Sebastopol, Crimea. Incluso famosos disidentes como Alexandr Solzhenitsyn y
Joseph Brodski insistían en que Ucrania era una parte integral de la historia
rusa, y por tanto de Rusia.
La Unión Europea debe reconocer que su tardanza
burocrática y la subodinación del elemento estratégico a la política doméstica
en la negociación de la relación ucranian con Europa ha contribuído a llevar la
negociación a una crisis. La política exterior es el arte de establecer
prioridades.
Los ucranianos son el elemento decisivo. Viven en
un país con una historia compleja y una composición políglota. La parte
occidental fue incorporada a la Unión
Soviética en 1939, cuando Stalin y Hitler se repartieron el
botín. Crimea, donde un 60% de la población es rusa, se convirtió en parte de
Ucrania solo en 1954, cuando Nikita Kruschev, ucraniano de nacimiento, la
entregó como parte de la celebración del 300 aniversario del acuerdo de Rusia
con los cosacos.. La parte occidental es mayoritariamente católica, la oriental
ortodoxa rusa. La occidental habla ucraniano, la oriental ruso en su mayoría.
Cualquier intento de una parte de Ucrania de dominar a la otra, como ha sido lo
habitual, llevaría a una guerra civil o a una ruptura. Tratar a Ucrania como
parte de una confrontación este-oeste, impediría durante décadas cualqueir
intento de conseguir que entre Rusia y occidente, especialmente entre Rusia y
Europa, hubiese un sistema cooperativo internacional.
Ucrania solo es independiente desde hace 23 años;
había estado previamente bajo algún tipo de diminio extranjero desde el siglo
XIV. Por tanto no es sorprendente que
sus líderes no hayan aprendido el arte del compromiso, y menos de la
perspectiva histórica. Las políticas de la Ucrania independniente han mostrado claramente
que la raíz del problema se basa en los
esfuerzos de los políticos ucranianos de imponer su deseo sobre las partes
recalcitrantes del país, primero por una facción, y luego por la otra. Esa es
la esencia del conflicot entre Victor Yanukovich y su principal rival político,
Yulia Timoshenko. Ellos representan las dos alas de Ucrania y no tienen
intención de compartir el poder. Una política inteligente de los Estados Unidos
hacia Ucrania debería buscar un manera de que las dos partes del país colaboren
mutuamente. Deberíamos buscar la reconciliación, no la dominación de una
facción.
Rusia y el oeste, y la mayoría de las facciones
en Ucrania, no han actuado según este principio. Cada uno ha empeorado la
situación, Rusia no podría imponer una solución militar sin aislarse a sí misma
cuando varias de sus fronteras son precarias. Para occidente la demonización de
Vladimir Putin no es una política, es una coartada para la ausencia de ella.
Putin debería entender que, sean cuales sean sus
quejar, una política de imposiciones militares produciría otra guerra fría. Por
su parte los Estados Unidos necesitan evitar tratar a Rusia como un anormal al
que hay que enseñar con paciencia las reglas de conducta establecidas por
Washington. Putin es un estratega serio, según las premisas de la historia
rusa. La comprensión de los valores y psicología norteamericana no es su
fuerte. Ni la comprensión de la historia y psicología rusa han sido el punto fuerte de los estrategas
políticos norteamericanos.
Los líderes de todas las partes deberían volver a
examinar los resultados, no a competir en poses. Esta es mi noción de un
resultado compatible con los valores y los intereses de seguridad de todas las
partes:
1. Ucrania debería tener el derecho de elegir
libremente sus asociaciones políticas y económicas, incluyendo con Europa.
2. Ucrania no debería ingresar en la NATO, una posición que tomé
hace años, cuando se planteó.
3. Ucrania debería ser libre para crear cualquier
gobierno compatible con la voluntad expresada de su pueblo. Unos líderes
ucranianos inteligentes optarían entonces por una política de reconciliación
entre las diversas partes del país. Internacionalmente seguiría unapostira
comparable a la de Finlandia. Esta nación no deja duda sobre su independencia y
coopera con occidente en la mayoría de los campos pero evita cuidadosamente
cualquier hostilidad internacional hacia Rusia.
4. Es incompatible con las reglas del orden
mundial establecido que Rusia se anexione Crimea. Pero debería ser posible situar
la relación entre Crimea y Ucrania en una base menos tensa. Finalmente Rusia
debería reconocer la soberanía ucraniana sobre Crimea. Ucrania debería reforzar
la autonomía de Crimea en las elecciones con presencia de observadores
internacionales. El proceso debería incluir el fin de cualquier ambigüedad sobre
el estatus de la flota del mar Negro en Sebastopol.
Esto son principios, no prescripciones. La gente
familiarizada con la región sabrá que no todas ellas son aceptables por todas
las partes. El objetivo sería no una absoluta satisfacción sino una
insatisfacción equilibrada. Si no se alcanza alguna solución basada en estos o
en elementos similares, el camino hacia la confrontación se acelerará. El
momento para ello está bastante cerca.
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