12 mayo 2014

El liberalismo ruso



Artículo del director de cine Alexei Guerman en la página web de Ejo Moskvy. (La puntuación está tomada del original)

El mismo día, a la misma hora en que quemaban, golpeaban con palos disparaban a gente en Ucrania, cuando en la casa de los sindicatos en Odessa morían 43 personas, si son 43, como dicen y no más de cien. Cuando aplastaban a viejos con tanquetas en Donetsk. En Rusia para mí murió definitivamente el liberalismo. Murió no como idea, sino como sociedad de gente que cree en determinado grupo de valores. Ha muerto desde hace tiempo. Ha muerto cerrándose en sí mismo. Estos días muchos de mis compañeros deberían haber llamado claramente asesinato al asesinato, y no andar dándole vueltas.
Esta enfermedad se lleva gestando mucho tiempo, la energía se iba en juicios eternos de los complots, negación de lo evidente, lecciones categóricas de todo a todos y de señalar coquetamente con el dedo a todos los que tienen otro punto de vista.
Todo se ha sumergido en la oscuridad, en la que se deforman todos los sonidos
Seguramente en las guerras civiles no hay culpables y gente que tiene razón. Son batallas de emociones, profunda oscuridad, pequeños líderes, provocadores por todos los lados. Y puedo pensar que a los fascistas de Pravyi sektor les provocaron. Puedo escribir cientos de páginas de textos investigativos. Tomar un café en una terraza y decir que todo esto lo organizaron unos monigotes malvados. Seguramente haya algo de esto. Seguramente. Allí hay muchos monigotes. Por cierto, yo no leo periódicos soviéticos. Y no soy víctima de un lavado de cerebro.
Pero lo cierto es que cuando ardía un edificio los fascistas golpeaban con palos a los supervivientes entre gritos de júbilo.
En el interior del edificio fusilaban a los heridos. Remataban a las mujeres. ¿Cómo se cantaba la tonadilla de escaso talento “moskal el que no bote”? Por algún motivo a algunos incluso les parecía divertido...
Habrá guerra. Habrá sangre, dolor, huérfanos. Habrá un terrible ascenso del antisemitismo. Por desgracia Kolomoiski y compañía lo han preparado. Una frontera entre lo blanco y lo negro. Entre los nuestros y los otros.
Me dirán, y por qué no hablo de nuestros propagandistas y mentirosos.
La respuesta está clara: sobre ellos todo está claro. Pero a lo otro duele mirarlo.
Y no habrá más un fuerte movimiento democrático.
Él mismo se ha quemado. Negando la simple idea de que el universo es complejo y no hay respuestas simples. Y no hay una verdad única. Un bibliotecario es líder de partido, un oligarca es una víctima, muchos otros no han podido sentir el aire de la nueva época. No han podido mirar a la cara a la bestia. Y habría que hacerlo. Ello, por desgracia, saldrán de la escena d ella historia. Un político debe estar al nivel del futuro.
Les parecía que “moskal a la horca” era simplemente una broma, y ha resultado que no.
Sí, el Maidan se manifestó con razón contra el poder ladrón de Yanukovich. Pero hacer ver ahora que miles de monstruos con palos, debido a la tragedia, no son fascistas, es una estupidez criminal.
Soy una persona de convicciones democráticas.
Y creo que si queremos ir hacia adelante necesitamos nuevos, carismáticos líderes liberales, capaces de hablar no solo con en centro de Moscú. Los de ahora no vales. Seguramente son gente buena y simpática, cercanos por espíritu, pero no pueden y no deben llevar tras de sí  a gente con determinado grupo de valores,  valores importantes que no les gustan a muchos de nuestros retrógrados dirigentes. Por desgracia, cuando mueren cientos de personas es momento de callar, contener el aliento y comprender que  la oscuridad no aparece en la nada. Y no se puede justificar a los fascistas.
Y más: la mayoría de mis magníficos amigos ucranianos apoyaron el maidan. Es su país. Su derecho. Su vida. Yo estoy a favor de una Ucrania fuerte y libre. Pero ahora, si quieren conservar su país es el momento de hablar unos con otros. Ya  ha llegado la hora de dejar de llamar terroristas a cientos y cientos de miles de personas. Aún no es tarde.
Ha empezado una guerra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para mi el liberalismo en Rusia murió, cuando en vez de ser un movimiento nacional, se convirtió en un instrumento de influencia extranjera, cuando esos "lideres" consideraron mas importante lo que decían en los "think tanks" norteamericanos, que en lo que sentía el pueblo al que querían representar.
Cuando a pesar de autodenominarse demócratas, se niegan a aceptar la voluntad de la gente.
Nurgle