Artículo de Mikhail Khazin para worldcrisis.ru .
La devaluación del rublo y el “caso Evtushenkov” han llenado nuestros medios
de comunicación, por eso me gustaría echarme a un lado y volver a un tema más
importante. Concretamente a las condiciones en que puede haber paz en Ucrania.
Pero una paz verdadera, es decir, sin genocidio, sin limpieza étnica, una
dictadura sangrienta sin la disolución del país en una multitud de principados
feudales. Y para responder a esta cuestión, antes que nada hay que mirar a Kiev
y Donetsk.
Debería ser un solo estado. Pero con decenas de miles de muertos y un
genocidio sangriento que ahora propagan muchas fuerzas políticas en Kiev (y la
frase: “Rusos, largaros a Moscovia”, dirigida a gente que ha vivido durante
siglos en los territorios en que viven ahora, desde el punto de vista de la
legislación internacional es un genocidio, más concretamente una limpieza
étnica) hacen que esa “comunidad” en el marco de un estado normal sea
imposible. Donetsk y Lugansk (y Odesa, por cierto, solo que eso se expresará de
otra manera) nunca rechazarán su derecho de exigir castigo para los culpables
de los asesinatos masivos de ciudadanos pacíficos, y los nacionalistas de Kiev
nunca dejarán de repetir palabras del estilo “escarabajo colorado frito” o
frases de similar humanidad y bondad.
Teóricamente Kiev podría tranquilizarse, pero solo en un caso, si se
produjera un auténtico crecimiento económico. Entonces los eslóganes
nacionalistas podrían guardarse bajo la alfombra y comenzarían los flujos de
capital, pero entonces Kiev habrá caído en su propia trampa. El hecho es
que el crecimiento econ´0omico solo
puede empezar como resultado de la colaboración con Rusia y la unión económica
euroasiática. Solo así. De ninguna otra manera. Ni siquiera hay
posibilidades de desarrollo de la agricultura, eso se puede ver en Bulgaria,
donde el clima es mejor que en Ucrania. Y con Turquía es imposible competir en
condiciones de igualdad. Y cuando la asociación con la Unión Europea entre en vigor
no se podrá limitar los productos agrícolas turcos, y solo será rentable
cultivar el propio huerto. No hay más que mirar a Moldavia.
Pero dado que Kiev ha adoptado un modelo completamente rusófobo, no hay
posibilidades de crecimiento económico. La UE no tiene dinero y, a medida que
se desarrolle la crisis tendrá menos, y si miramos al futuro económico mundial
con algo de optimismo (no hay motivos económicos para ello, pero supongamos esa
posibilidad) ayudarán antes a los países bálticos y de Europa Central que a
Ucrania. Como se suele decir, no es nada personal, simplemente negocios.
Eso significa que el nacionalismo de Kiev no va a ninguna parte, ya que
mantener el poder de otra manera por parte del régimen actual es imposible. Más
cuando han tenido algún éxito, los USA han impuesto sanciones contra Rusia y
han obligado a sus socios de la UE y de todo el mundo a apoyarlas. Solo hay un
problema: ¿cuánto tiempo podrán mantener esas sanciones por Ucrania? Allí van a
continuar los problemas, puesto que luchar contra el aumento del espíritu democrático
en el sureste (y es precisamente una lucha por la libertad y la democracia, por
más que suele extraño desde el punto de vista de la democracia occidental) solo
es posible por medio de la fuerza militar. Y aún es dudoso que se pueda.
En resumen, a medida que se desarrollen los procesos económicos
destructivos, el nivel de confrontación interna en Kiev aumentará, y los que
desean vivir bajo su poder serán cada vez menos, el estado ucraniano se irá pudriendo
como la carne al sol. Y cada vez será más agresivo. Es decir, llegamos a la
tesis contraria a lo expresado al principio de que queremos entender si se
puede llegar a la paz en Ucrania.
Quiero recalcar que no en vano hablo del nacionalismo d los nacionalistas de
Kiev y no del nacionalismo en general. El caso es que los nacionalistas de
Galitsia son muy diferentes de los de Kiev. Los últimos siempre han tenido
fuentes de subsistencia (el presupuesto de la URSS, el presupuesto de Ucrania,
etc.) y los primeros siempre han tenido que ser más pragmáticos. Es imposible
que en los últimos tiempos no se hayan dado cuenta de que no pueden conservar Kiev en su poder.
Cualquier poder en Kiev, a para mantener más o menos la estabilidad se basará
no en los rusos del Donbass sino en los auténticos nacionalistas. Que es lo que,
por cierto, está haciendo ahora magníficamente Poroshenko. Claro está que antes
era sí, escribí sobre ello a comienzos de año.
El nacionalismo para Kiev no es una idea (que por cierto no va a gustar
mucho en la UE) sino un instrumento. Los nacionalistas convencidos nunca serán
necesarios allí, serán necesarios los cínicos, dispuestos a expresar los
eslóganes necesarios para el control de los flujos económicos del gas y el
presupuesto estatal. Y por eso, si observamos la situación de los últimos
meses, los nacionalistas convencidos (que van bajo la denominación de “Pravyi
Sektor”) cada vez contemplan en mayor medida su separación de Kiev. Más cuando
antes Kiev les proporcionaba medios económicos del presupuesto (obtenidos de Donbass
y otras regiones rusas) y ahora no les da nada.
Pero Galitsia por sí misma no se puede separar: Kiev, para quien “Ucrania
unida” es algo básico, nunca lo aceptará. Por tanto, además de los rebeldes de
Donbas, en Ucrania aparecerán paulatinamente nuevas fuerzas interesadas en la
ruptura del país. Y de esa manera, con todo lo anterior obtenemos el siguiente
dibujo del futuro de Ucrania.
Si los rebeldes del sureste y los nacionalistas de Galitsia llegan a
acuerdos, acabarán con el gobierno de Kiev. En ese caso, claro está, los partidarios
de la URSS, es decir de la amistad de los pueblos en el marco de un pequeño
imperio, es decir los rebeldes del sureste, terminarán con el nacionalismo y se
restablecerá la paz en Ucrania. Y Galitsia a cambio de la ayuda obtendrá una
relativa (en el marco de una confederación) o total independencia. Pero que es
difícil imaginarse un estado en el que en unas escuelas enseñen que Bandera es
un criminal fascista y en otras que es un héroe. Pero el resto de Ucrania será
un estado unitario pacífico integrado, claro está, en la Unión económica
euroasiática.
Y si no se logra un acuerdo y los rebeldes no pueden vencer (por las
circunstancias o por fuerzas exteriores), entonces el aumento de la
confrontación con Kiev llevará a la disolución del país en principados
feudales. Cada uno con su nivel de vida
y métodos de gobierno. De momento aparecen cinco: Novorossia, “Getmanschina”
(con centro en Kiev, una nueva “Jazaria” (bajo control de Kolomoiski),
Galitsia. Y separada de todos ellos, en un trozo pequeño, Zakarpatia, que
probablemente se rompa en trozos que se integrarán en los países vecinos.
Pero nadie ha dicho que el proceso de ruptura no tenga continuación. Quien
no lo crea, que lea a Bulgakov, la mentalidad del pueblo de Ucrania no ha
cambiado desde entonces. Cómo será la vida del ciudadano corriente, da miedo
hasta imaginárselo.
Por tanto tenemos que, si queremos que haya una Ucrania unida (relativamente
con respecto a la situación del año pasado, sin Crimea ni Galitsia), en paz y
prosperidad, es necesario que los rebeldes del sureste tomen Kiev. Y si no
sucede así, la guerra continuará. En este caso no hay posibilidades de pararla.
Ni de mantener Ucrania, por desgracia.
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