Adjunto un análisis, en mi opinión mucho más acertado sobre las consecuencias a medio y largo plazo, publicado por Alexandr Mercouris en el blog The saker.
La
reacción a la cancelación del proyecto South Stream es una cuestión a observar
y necesita ser estudiada muy cuidadosamente.
Para
entender lo que ha sucedido es necesario volver la vista atrás para ver cómo se
desarrollaron las relaciones entre Rusia y Europa en los años 90.
Brevemente,
en ese periodo se asumió que Rusia podría convertirse en el gran proveedor de
energía y materias primas de Europa. Este fue el periodo de la gran “Carrera
por el gas” en que los europeos aspiraban a los ilimitados e inacabables
suministros de gas ruso. Fue el incremento en el papel del gas ruso en el
consumo energético europeo lo que hizo posible para Europa cerrar su industria
del carbón, cortar las emisiones de carbono y amenazar y dar lecciones a todo
el mundo para que hiciera lo mismo.
Sin
embargo los europeos no tenían pensado simplemente que Rusia les proveería de
energía. Pensaron que esa energía sería extraída para ellos en Rusia por
compañías energéticas occidentales. Después de todo ese es el patrón en la
mayor parte del mundo en desarrollo. La Unión europea lo llama su “seguridad
energética”, un eufemismo para la extracción de energía en otros países por sus
propias compañías bajo su propio control.
Nunca
sucedió algo así. A pesar de que la industria rusa del petróleo fue
privatizada, en su mayor parte quedó en manos rusas. Después de la llegada al
poder de Putin en 2000 la tendencia se invirtió. Una de los mayores motivos para la ira
europea por el arresto de Jodorkovski, el cierre de Yukos y su paso a la
compañía estatal Rosneft fue precisamente porque invertía la tendencia a la
privatización de la industria del petróleo.
En la industria del gas, el proceso de privatización en realidad nunca empezó. La exportación de gas siguió siendo controlada por Gazprom, que mantuvo su posición como monopolio estatal de exportación de gas. Desde que Putin llegó al poder la posición de Gazprom como monopolio estatal se ha asegurado.
La
mayor parte de la furia de occidente contra Putin se puede explicar por el
resentimiento europeo y occidental por el rechazo del gobierno ruso a romper los monopolios
energéticos y a la “apertura” (como la llaman eufemísticamente) de la industria
energética rusa a las compañías occidentales. Muchas de las alegaciones de
corrupción que rutinariamente se arrojan sobre Putin personalmente se dirigen a
insinuar que se opone a la “apertura” de la industria energética y la
privatización de Gazprom y Rosneft porque tiene una participación personal en ellas
(en el caso de Gazprom diciendo que incluso es su dueño). Si examinamos en
detalle las alegaciones de corrupción contra Putin esto se hace evidente.
Esta
agenda para forzar a Rusia a privatizar y romper sus monopolios energéticos
nunca se ha detenido. Es por ello que Gazprom, a pesar del vital y fiable
servicio que ofrece a sus clientes europeos, recibe tantas críticas.
Esta
animadversión es mutua, con la creencia, muy arraigada en Europa, de que Rusia
es dependiente de Europa como cliente para su gas y como proveedor financiero y
tecnológico.
Esta
combinación de animadversión y excesiva confianza es lo que se encuentra detrás
de los intentos europeos de legislar las cuestiones energéticas en Europa de
una manera que fuerce a Rusia a “abrirles” su industria energética.
El
primer intento fue la llamada Carta de la Energía, que Rusia firmó pero
finalmente se negó a ratificar. El último intento ha sido el llamado Tercer
Paquete Energético.
Este
se presentaba como un desarrollo de la legislación de la UE contra las normas
anticompetición y antimonopolio. En realidad, como todo el mundo sabe, estaba
dirigida contra Gazprom, que es un monopolio, aunque evidentemente no europeo.
Este
es el trasfondo del conflicto sobre el South Stream. Las autoridades de la UE
han insistido en que el South Stream no cumple con el tercer paquete
energético, aunque el tercer paquete energético apareció solo después de que se
alcanzaran los acuerdos sobre el South Stream.
El
cumplimiento del tercer paquete energético significaría que aunque Gazprom
proveyera de gas no podría poseer o controlar el gasoducto por el que el gas se
suministra.
Si
Gazprom accediera a ello, conllevaría una autoridad de la EU sobre sus
operaciones. Y habrá conllevado inevitablemente más demandas de cambios en sus
métodos operativos. Finalmente llevaría a demandas de cambios en la propia
industria energética rusa.
Lo
que ha sucedido es que Rusia ha dicho no. En lugar de continuar con el proyecto
aceptando las demandas europeas, que es lo que los europeos esperaban, los
rusos, para sorpresa de todos, han abandonado el proyecto.
Esta
decisión ha sido completamente inesperada, como escribo, el ambiente está lleno
de quejas y enfado de la Europa del Sureste por no haber sido consultados o
informados previamente de esta decisión. Algunos políticos de estos países (de
Bulgaria especialmente) se aferran desesperadamente a la idea de que el anuncio
ruso es un bluff (y no lo es) y de que el proyecto se puede salvar. Dado que
los europeos se agarran a la creencia de que los rusos no tienen alternativa a
ellos como clientes, han sido incapaces de anticiparse y ahora no se pueden
explicar esta decisión.
Aquí
es importante explicar por qué el South Stream es importante para los países
del sureste de Europa y para la economía europea en su totalidad.
Todas
las economías europeas del sureste están en mala situación. Para esos países el
South Stream era una inversión y proyecto de infraestructura vital, que
aseguraba su futuro energético. Además los derechos de tránsito que generaba
habrían sido una gran fuente de divisas.
Para
la EU el punto esencial era que dependía del gas ruso. Ha habido muchas
discusiones en Europa para encontrar suministros alternativos. El progreso en
esa dirección ha sido mínimo. Simplemente no existen alternativas de suministro
en la cantidad necesaria para reemplazar el gas que Europa obtiene de Rusia.
Ha
habido algunas conversaciones para suministro de gas natural licuado de los
Estados Unidos para reemplazar al gas ruso. No solo ese gas es bastante más
caro que el ruso, lo que dañaría a los consumidores europeos y a la
competitividad europea. Además es poco probable que pueda estar disponible en
la cantidad necesaria. Aparte de los probables efectos de la reciente caída del
precio del petróleo en la industria americana del fracking tenemos el pasado de
los USA como voraz consumidor de energía, que necesitará la mayoría o toda la
energía de fracking que produzca.
Otras
posibles fuentes de gas son cuando menos problemáticas. La producción de gas
del mar del Norte está cayendo. Las importaciones de gas del norte de África y
el golfo Pérsico probablemente no estarán disponibles en la cantidad necesaria.
El gas de Irán no está disponible por motivos políticos. Aunque esto pueda
cambiar, lo más probable es que los iraníes (como los rusos) decidan dirigir su
flujo energético hacia el este, hacia la India y China, en vez de hacia Europa.
Por
motivos geográficos obvios Rusia es la fuente lógica y más económica de gas
para Europa. Todas las alternativas vienen con costes económicos y políticos
que las hacen poco atractivas.
Las
dificultades de la UE para encontrar Fuentes alternativas de gas quedaron
expuestas con la debacle del proyecto de gasoducto Nabucco para llevar a Europa
gas del Cáucaso y de Asia Central. Aunque se habló durante años, finalmente
nunca se llevó a la práctica porque no tenía sentido económico.
Mientras
tanto, pese a que Europa habla de diversificar sus suministros, es Rusia quien
está cortando los acuerdos.
Rusia
ha establecido un acuerdo clave con Irán para intercambiar petróleo iraní por
bienes industriales rusos. Rusia también ha acordado fuertes inversiones en la
industria nuclear iraní. Cuando se retiren las sanciones a Irán, los europeos
se encontrarán con que los rusos ya están allí. Rusia acaba de establecer un
acuerdo para un suministro masivo de gas a Turquía (del cual hablaré más
abajo). Y dejan pequeños a estos acuerdos los dos grandes acuerdos para
suministrar gas a China firmados este año.
Los
recursos energéticos rusos son enormes pero no infinitos. El Segundo acuerdo
con China y el reciente con Turquía redirigen a estos dos países gas que
previamente se destinaba a Europa. Los volúmenes de gas del acuerdo turco
coinciden casi totalmente con los que previamente se preveían para el South
Stream. El acuerdo con Turquía sustituye al South Stream.
Estos
acuerdos muestran que Rusia ha tomado la decisión estratégica de redirigir su
flujo energético lejos de Europa. Aunque tomará tiempo que el efecto sea
visible, las consecuencias para Europa son lúgubres. Europa está frente a un
serio déficit energético que solo podrá ser resuelto mediante una compra de
energía a un precio mucho más alto.
Estos
acuerdos rusos con China y Turquía han sido criticados o incluso ridiculizados
porque dan a Rusia un precio menor por el gas que el que paga Europa.
La
diferencia real de precio no es tan grande como alegan algunos. De todas
formas, estas críticas dejan de lado el hecho de que el precio solo es una
parte en una relación económica.
Al
redirigir su gas hacia China, Rusia cementa sus vínculos económicos con el país
que ahora es considerado como su aliado estratégico y que tiene (o pronto
tendrá) el mayor y más rápido crecimiento económico del mundo. Al redirigir su
gas hacia una Turquía, Rusia consolida una relación creciente con Turquía , que
ahora es su principal socio comercial.
Turquía
es un aliado potencial para Rusia, que consolida su posición en el Cáucaso y en
el mar Negro. Es también un país de 76 millones de habitantes con una economía
que está creciendo muy deprisa, y que en las dos últimas décadas se ha
distanciado cada vez más de la UE y de occidente.
Al
redirigir el gas fuera de Europa, Rusia deja atrás un mercado para su gas que
está estancado y que (como muestran los hechos) le es irremediablemente hostil.
Nadie debería sorprenderse de que Rusia haya abandonado una relación en la que
recibe de su antiguo socio una interminable serie de amenazas y abusos,
combinados con lecciones morales, intromisiones políticas y ahora sanciones. Ninguna
relación, negocio o cualquier otra cosa puede funcionar así, y la que hay entre
Europa y Rusia no es una excepción.
No
he dicho nada de Ucrania porque, en mi opinión, tiene poco que ver con este
asunto.
South
Stream fue concebido inicialmente a causa de los continuos abusos ucranianos de
su posición como país de tránsito, algo que probablemente continuará. Es
importante decir que este hecho era tan conocido por Europa como por Rusia. Fue
por los continuos abusos de Ucrania en su posición como país de tránsito por lo
que el proyecto del South Stream obtuvo el apoyo reticente de la UE. Básicamente
la UE necesitaba circunvalar Ucrania para asegurar su suministro energético
tanto como Rusia quería una ruta para evitar Ucrania.
Los
amigos de ucrania en Washington y Bruselas nunca estuvieron muy contentos por
ello, y han hecho campaña constantemente contra el South Stream.
El
hecho es que Rusia paró el South Stream cuando tenía la opción de avanzar en él
aceptando las condiciones europeas. En otras palabras, los rusos consideraban
el problema que representaba Ucrania como país de tránsito un mal menor en
comparación con las condiciones que la
UE imponía al South Stream.
South
Stream llevaría años para construirse y su cancelación no tiene relación con la
actual crisis ucraniana. Los rusos han decidido que podrían cancelarlo porque
han decidido que el futuro de Rusia está en vender su energía a China y Turquía
y otros países de Asia (hay pendientes acuerdo de venta de gas a corea y Japón,
y posiblemente a Pakistán y la India) en vez de a Europa. Dado que esto es así,
South Stream ha perdido su sentido para Rusia. Es por ello que, a su modo
directo, en vez de aceptar las condiciones europeas, los rusos lo han
suspendido.
Al
hacerlo así han dejado al descubierto el bluff europeo. Lejos de depender Rusia
de Europa como cliente energético, es Europa la que se ha separado,
probablemente para siempre, de su socio económico y proveedor energético clave.
Antes
de terminar, quisiera decir algo sobre los que han salido peor de este asunto. Se
trata de los corruptos e incompetentes pigmeos políticos que creen ser el
gobierno de Bulgaria. Si esta gente hubiera tenido un mínimo de dignidad y
autorespeto habrían dicho a la comisión europea cuando aprobó el tercer paquete
energético que les dejaran en paz. Si Bulgaria hubiera dejado clara su intención
de desarrollar el proyecto de South Stream, no hay duda de que se habría
construido. Por supuesto, habrá habido una enorme bronca en la UE porque Bulgaria
se había saltado el tercer paquete energético, pero Bulgaria habría actuado por
sus intereses nacionales y no habría perdido amigos en la UE. Finalmente
habría ganado.
En
vez de eso, bajo presión de individuos como el senador John McCain, los líderes
búlgaros, actuando como los políticos provinciales que son, han intentado
correr al mismo tiempo con la liebre de la UE y con los galgos rusos. El
resultado de esta política imbécil es que han ofendido a Rusia, un aliado histórico
de Bulgaria, en vez de asegurar que el gas ruso pudiera llegar a Bulgaria y
transformar el país, el gas llega a Turquía, histórico enemigo de Bulgaria.
Los
búlgaros no son los únicos que han actuado de esta manera cobarde. Todos los
países de la UE, incluso aquellos con lazos históricos con Rusia, han apoyados
los distintos paquetes de sanciones contra Rusia, a pesar de las dudas
expresadas sobre esta política. El año pasado Grecia, otro país con fuertes
lazos con Rusia, rompió un contrato para vender su compañía de gas natural a
Gazprom porque la UE no lo aprobaba, aunque Gazprom era quien ofrecía el mejor
precio.
Esto
apunta a una conclusión. Actúen los rusos como actúen, los europeos responderán
con desconcierto y enfado. Los políticos de la UE que toman las decisiones y
provocan estas acciones rusas parecen haber asumido la extraña idea de que está
bien que la UE imponga a Rusia todas las sanciones que quiera, y que Rusia
nunca hará lo mismo con la UE. Cuando Rusia lo hace, su sorpresa siempre viene
acompañada de una riada de comentarios mendaces sobre que Rusia está actuando “agresivamente”
o “contra sus propios intereses” o ha “sufrido una derrota”. Nada de ello es
verdad como la ira y recriminaciones que se suelen oír por los pasillos de la
UE (de los que estoy bien informado) testifican.
En
Julio la UE buscó paralizar la industria petrolera de Rusia mediante sanciones
a la exportación de tecnología extractor a Rusia. Ese intento fallará
claramente, pues tanto Rusia como los países con los que comercia (incluidos
China y Corea del Sur) son capaces de producir esta tecnología por sí mismos.
Por
contraste, mediante los acuerdos que ha establecido este año con China, Turquía
e Irán, Rusia ha dado un golpe devastador al futuro económico de la UE. Nos
separan unos pocos años de la línea en que los europeos descubran que la
moralina y los blufs tienen un precio.
En
cualquier caso, al cancelar el South Stream, Rusia ha impuesto a Europa la más
efectiva de las sanciones que hemos visto este año.
3 comentarios:
● Me alegro muy mucho de que se le dé su merecido a la mafiosa y genocida plutocracia europea.
● También me alegraría poder incrementar la masa crítica en esta península asiática que somos el continente europeo y expulsar del poder en todas y cada una de sus naciones a la prepotente mafia católica que las rige, de forma sistemática y milenariamente criminal. No vaya a suceder que acaben por meternos en esa tercera guerra mundial en ciernes, porque no les paramos a tiempo. De ahí el cerco que se les pone, por el imperio yanqui y esta indescriptible gentuza sinvergüenza a modo de satélites, mediante las bases de la OTAN, a cuantos entiendo que pretenden someter al servicio de su poder hegemónico.
Hola, interesante blog e interesante análisis, felicidades lo primero.
Respecto a que Rusia haya sido una gran ganadora y la UE una gran derrotada, yo no lo veo del todo así. En mi opinión, Europa va a seguir importando el mismo gas de Rusia que antes, ya que no tiene otra alternativa como bien has dicho. La única diferencia es que ahora que la UE ya controla Ucrania no hace falta bypassear el país. Por otra parte, Rusia, sabedora de esto, tampoco ha querido construir un gasoducto que, como señalaste, se le impedía poder controlar. Es decir, que la importancia del south stream es relativa, ya que no es cuestión de aumentar el volumen de gas, sino de construir una ruta alternativa a la ya existente.
Al final los únicos derrotados son los países del sureste Europeo, que tenían la posibilidad de controlar el abastecimiento del sur de Europa (el del norte ya lo hace Alemania). Hungría apoyó el South Stream contra la UE, pero Bulgaria no ha sido tan fuerte (tampoco me sorprende visto el nivel de corrupción del país).
Al final es todo un pique absurdo entre Rusia y la UE, absurdo porque ambas se necesitan aunque no lo quieran asumir, en mi humilde opinión.
!!Ojala Rusia cortase el gas a Europa!!
Pero por desgracia no lo van hacer tan pronto.
Europa siempre salió adelante no por sus escasos recursos naturales, sino por ingenio.
La revolución energética está comenzando, la tecnología de las renovables mejora cada día, el coche eléctrico es una realidad,el hidrógeno sustituirá al gas natural.
El grafeno hara que muchas materias primas como el cobre o el hierro no sean tan necesarias.
En cuestión de años el petróleo y el gas irá perdiendo valor y sobrará, pues basta que paises de la UE o EEUU o Japón avancen en este modelo para que al final sobre la oferta de petroleo y gas y que países como China o India no son suficientes para mantener su demanda.
El problema es que Rusia no tiene nada que aportar al mundo del mañana, solo ofrece un revival de lo que fué con URSS.
Rusia an solo se está posicionando para saber con quién acabará siendo un pais satélite o bien con China o EEUU.
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