19 junio 2009

Rusia en la prensa internacional

Artículo de Eric Klaus en Business New Europe.
Nosotros (los analistas de la corporación financiera en la que trabaja el autor) no nos cansamos de sorprendernos de la cantidad de tonterías argumentadas y con base académica que se publican regularmente sobre Rusia. Es algo que le encanta sobre todo a la comunidad científica norteamericana. Acabamos de terminar de leer dos artículos publicados hace poco en la revista trimestral “Nacional Interest” que confirman que hay gente que no aprende de sus propios errores.
El primer artículo lo escribieron Clifford Gaddy y Barry Ickes, que intentan repetir su anterior éxito, el trabajo histórico de 1998 “La economía virtual de Rusia”. Parece que la obtención de su rango académico les llevó la rutina y la década siguiente solo produjeron una serie de artículos no argumentados, tendenciosos e ilógicos, a los que les faltaba la estructura analítica original que hacía que su trabajo sobre la economía virtual fuese tan útil. Sus siguientes trabajos estaban llenos de pronósticos bastante equivocados y parece que los usaron para ajustar cuentas por ofensas previas.


El segundo artículo, escrito por Peter Reddaway se concentra en la supuesta imposibilidad de la actual división de poder entre el presidente y el primer ministro.Este punto de vista ya es conocido por los lectores de la prensa popular. Según lo esperado, la argumentación principal de los comentarios se basa en la “distancia creciente” entre los señores Putin y Medvedev. ¿Acaso van a seguir confundiendo los deseos con la realidad? Lo que nos parece más sorprendente es que, a pesar de su hoja de servicios que se ha convertido en la marca negra para cualquier director de fondo de inversiones, aún se sigue tomando en serio a estos “expertos imparciales” (así como a un grupo de periodistas famosos).
Un buen ejemplo son los materiales publicados poco antes de las pasadas elecciones presidenciales. Los lectores, por supuesto, recordarán los terribles avisos sobre “bulldogs que deciden los asuntos mediante la lucha subterrénea”, sobre los grupos de poder que participaban en una batala mortal para el control económico y político, sobre los siloviki que casi se habían apoderado del gobierno para defender sus supuestamente enormes riquezas. Seguramente los lectores también recuerdan los resultados reales: las elecciones se podrían haber comparado por su galante previsibilidad con cualquier reunión escolar de padres de alumnos. Con total seguridad los lectores no podrán recordar ni un solo reconocimiento de errores publicado por estos comentaristas, que ya se habrán pasado a otra fase de sus fantasías: el conflicto entre Medvedev y Putin.

Los comentaristas repiten una y otra vez los mismos errores, y además se entrevistan con expertos rusos que confirman su opinión previa. El problema de los expertos rusos consiste en que tienen tendencia a dirigir sus intervenciones al auditorio interno, que está acostumbrado a un cierto grado de exageración, conocida como “maximalismo ruso”.

En el mundo intelectual ruso conceptos tales como “problemas”, “dificultades” e incluso “desafíos” son despreciados como indignos de un examen serio, el espectro de adversidades empieza con “desastre”, continúa con “catástrofe” y termina con “cataclismo”. Todos los lunes la prensa de oposición grita “¡fuego!”, e incluso los medios de comunicación más importantes están llenos de advertencias amenazantes. Después de hablar por teléfono durante unas horas con Moscú, cualquier periodista podría encontrar base para cualquier punto de vista, desde la tercera Jerusalén hasta Sodoma y Gomorra. Una vez traducidas al inglés, estas citas se convierten en una lectura terrible para los lectores no preparados.

No hay duda de que en Rusia existen auténticos problemas serios. Son embargo, por extraños motivos, la mayoría de los comentaristas extranjeros, que juzgan a Rusia exclusivamente desde su limitado punto de vista personal, no ven estos problemas. Or eso hace tiempo que hemos dejado de discutir con ellos y nos haría felices ignorar sus agotadores sermones, si no fuera porque recibimos constantemente peticiones de clientes y lectores que nos preguntan si es cierto que el sistema político ruso se hundirá dentro de poco. Si hay que responder en cuatro palabras, por supuesto que no.

Posiblemente uno de los motivos por el que los analistas occidentales se equivocan constantemente en la valoración de las relaciones entre Putin y Medvedev es el hecho de que no entienden los principios fundamentales de las relaciones sociales en Rusia. Puede ser que debido a la experiencia de la época soviética, cuando había que elegir con cuidado en quién confiabas, los rusos prefieren tener un pequeño círculo de gente en la que confían, y cultivan las relaciones personales durante decenios. En general los rusos confían en la gente a la que conocen desde la infancia. Las relaciones se desarrollan más despacio que en occidente, pero a pesar de ello más firmemente. Por eso el concepto de lealtad personal tiene un significado mayor que en nuestros países.

La elección de Vladimir.


Durante los últimos 12 meses se han publicado en la prensa muchos avisos sobre la creciente separación entre Putin y Medvedev. Algunos de ellos llegan a la fantástica conclusión de que Medvedev se convertirá en la versión rusa del presidente ucraniano Victor Yuschenko, y llevará a Rusia hacia occidente, que a pesar de todos los testimonios existentes, se sigue creyendo el único ejemplo a seguir en Europa oriental. Por supuesto, dibujan a Vladimir Putin como un resto de la época soviética, que refrena los deseos juveniles de su protegido. Pero no dicen por qué Putin, que podía haber seguido como presidente si lo hubiera deseado, eligió como sucesor a un reformador.

Vladimir Putin ha demostrado indudablemente un gran conocimiento de gentes, y se sabe de él que prepara todos sus pasos despacio y con atención; la elección de Medvedev como sucesor fue muy pensada y llevada a cabo con una separación, antes inexistente, del poder entre la casa blanca (sede del gobierno) y el kremlin.

Independientemente de la descripción de los hechos que se prefiera, teniendo más en cuenta la tremenda popularidad de Putin (bueno) o su control de todos los resortes del poder (malo), el presidente saliente podría haber elegido a cualquiera como sucesor: a nosotros, a usted, a su caballo: si eligió irse y dejar tras de sí un control absoluto del poder, podría haber escogido a un típico representante de los servicios de seguridad, no le faltaban candidatos. No tenía necesidad de llevar al puesto a un profesor de derecho liberal, si no fuera porque tenía intención de llevar a cabo sensibles reformas institucionales.

Creyendo que el elegido por Putin va a romper las relaciones con él para intentar llevar a cabo reformas que habían sido prometidas hace tiempo por el anterior presidente, estos comentaristas demuestran su capacidad para el autoengaño, que aparece a menudo entre los aburridos, gordos y bien establecidos comentaristas occidentales. Desde el punto de vista del inversor, aunque existen muchos motivos para la preocupación en Rusia y fuera de ella, no hay que perder el tiempo en preocuparse por la estabilidad política.

Eric Klaus trabaja como analista en la corporación financiera Otkritie (Otkritie Financial Corporation).

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