Artículo de Piotr Romanov, comentarista de Ria-Novosti
Reflexionar en serio sobre el Cáucaso y la ola de violencia que ha golpeado a la propia región caucásica y al metro de Moscú no es un asunto agradable. Reflexionar, por supuesto, de manera independiente y no simplemente con los estereotipos comunes. NO satisfarás ni al gobierno ni al lector que cree a pies juntillas todo lo que le cuentan de que limpiar el mal de las cloacas es lo mejor. Por otro lado si no nos limitamos a lanzar maldiciones, e intentamos simple y honradamente aclararnos, entonces, ¿por qué ponerse nervioso? Puede que incluso ayude,
¿Por qué estoy convencido de que la actual enfermedad del Cáucaso hay que curarla, antes que nada, en Moscú?
En primer lugar, la experiencia histórica nos testimonia que estamos tratando con una fiebre antigua. Si miramos la historia de las guerras caucásicas vemos que la fiebre regresa en cuanto en Rusia la inmunidad se debilita. Para ser breve pondré como ejemplo el siglo XX: la revolución, la II guerra mundial, la disolución de la URSS. Aunque, repito, la historia clínica de la enfermedad es más antigua. De ahí sacamos una conclusión: si fortalecemos la inmunidad en Rusia disminuirán las desgracias en el Cáucaso.
La conclusión es la siguiente. Los años siguientes a la segunda campaña chechena, que nos dieron un periodo de respiro. Recordemos lo que decía en un reciente viaje a Daguestán el presidente Medvedev. En principio lo que decía era correcto. Pero nuestras acciones en la región durante todos los años después de la guerra chechena contradicen las palabras de Medvedev.
En la medida de lo posible procuraré reproducir las ideas principales del presidente.
Estamos en contra de la división del Cáucaso en clanes. Eso es un anacronismo. Entonces, ¿a qué viene el nombramiento de Ramzan Kadyrov y Magomedsalam Magomedov? ¿Es que los anteriores gobernantes de Chechenia y Daguestán no eran el padre de Ramzan, Ajmad Kadyrov, y el padre de Magomedsalam , Magomedali Magomedov?
O, ¿acaso no ha hablado el propio presidente del altísmio nivel de corrupción tanto en Moscú como en el Cáucaso? Entonces, de dónde viene tanta seguridad de que las nuevas entregas de dinero a esta región llegarán, al menos en un 50% hasta los jefes de nivel medio. Ya ni siguiera quiero hablar del ciudadano de a pie. Aquí la conclusión es evidente: cuanto más fuerte sea el golpe dedo a la corrupción en Moscú, mayor será su reducción en el Cáucaso.
No se obtienen éxitos debido a la corrupción de los organismos de seguridad. No soy yo quien lo dice, otra vez es el presidente. Es decir, había motivos para empezar por la reforma del ministerio del interior y eso (en caso de éxito) solo es el principio. Pero otra vez repito que hay que empezar en Moscú y no en el Cáucaso.
No quiero hacer una lista de problemas. Son muchos. Pero todos ellos hay que resolverlos primero en Moscú y solo entonces podrán ser resueltos en el Cáucaso norte.
No queremos darnos cuenta de que, si antes se hacían explotar terroristas de Chechenia ahora lo hacen mujeres suicidas de Daguestán. ¿Por qué?
Entre las dos campañas chechenias había en Daguestán, lo recuerdo muy bien, un fuerte ambiente pro-Moscú y anti-Masjadov. Entonces los daguestaníes acogieron a muchos refugiados chechenos y en respuesta recibieron de sus vecinos al principio incursiones en las que robaban no solo el ganado de los daguestaníes sino también mujeres, y después simplemente agresiones. Entonces me pregunto: ¿qué es lo que se ha hecho todos estos años para que ahora se haga explotar una terrorista suicida de Daguestán?
Yo estoy a favor de que a cada golpe de los terroristas se responda con otro golpe y de destruirlos en la medida de nuestras fuerzas. Pero para ello hay que elevar el profesionalismo en el centro.
Solo entonces no podrán los terroristas vestidos de policías matar a otros policías.
¿Cuántas veces se puede tropezar en la misma piedra? Ya hace tiempo un gendarme de la escolta de Alejandro II, tras una primera explosión, le pidió que se alejara de aquel lugar peligroso, diciéndole que “los terroristas siempre actúan por parejas”. El zar no escuchó al profesional y murió.
O del mismo discurso del presidente. Creo que el Islam normal se debe enfrentar al falso Islam. Hace mucho que escribo sobre ello. Solo que nuestro consejo de muftis no despierta y por ello es completamente inefectivo.
Creo que hay que resolver la cuestión del paro en el Cáucaso norte, pero eso se soluciona en Moscú. Primero hay que crear una economía normal aquí.
Creo que hay que destruir el burocratismo salvaje y la criminalidad en la economía del Cáucaso, pero para ello primero hay que hacerlo en Moscú.
Pienso que el Cáucaso debe ser civilizado; sólo que primero deben realizarse reformas políticas civilizadas en Rusia. Parece que aquí somos incapaces de entender que la democracia y la fuerza no se oponen una a otra. Una democracia débil no es democracia. Por eso, la liberalización en la esfera política y el reforzamiento de la seguridad y los golpes contra el terrorismo no son contradictorios sino imprescindibles. Rusia no debe ser el líder de la mano dura, Rusia necesita
un sistema de actuación efectivo que incluya, por supuesto, un grupo de fuerzas de seguridad altamente profesional.
De lo contrario… de lo contrario todo esto recordará al viejo chiste de 1918-19 en que a donde un peluquero judía llega una comisión de las fuerzas de seguridad para comprobar la limpieza.
¿A qué se debe esto? – preguntó. – Se ha tomado la decisión de poner orden en el país, - responde el agente. Magnífico, - se alegra el viejo, - pero hay una cosa que no entiendo, ¿por qué empiezan por mi peluquería?
Por eso lo digo. Si queremos en serio resolver el problema del Cáucaso, empecemos con Rusia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario