30 enero 2014

Seguimos con Ucrania




Artículo en The Guardian del periodista Seumas Milne.


Ya hemos visto esto antes. Durante los dos últimos meses las protestas callejeras en Ucrania han aparecido en los medios occidentales según un guión bien preparado. Los acampados pro-democracia están luchando contra un gobierno autoritario. Los manifestantes están demandando el derecho a formar parte de la Unión Europea. Pero el presidente ruso Vladimir Putin ha vetado su posibilidad de ser libres y prósperos.
Es una historia que ya la hemos oído de una u otra forma  muchas veces, no solo en la revolución naranja ucraniana de hace una década. Pero esto solo tiene una escasa relación con la realidad. La pertenencia a la Unión Europea no ha sido, y probablemente nunca lo será, una oferta a Ucrania. Como en Egipto el año pasado, el presidente que los manifestantes querían expulsar había sido elegido en unas elecciones aprobadas por los observadores internacionales. Y muchos de aquellos que se manifestaban en las calles no eran demasiado partidarios de la democracia.
Nunca se podrá saber, por la mayoría de los reportajes, que los nacionalistas de extrema derecha y los fascistas han estado en el corazón de las protestas y ataques a los edificios gubernamentales. Uno de los tres principales partidos de la oposición que dirigían la campaña es el ultraderechista antisemita Sboboda, cuyo líder Oleh Tyahnybok clama contra la “mafia judía de Moscú” que controla Ucrania. Pero el senador McCain estaba muy feliz de compartir estrado con él en Kiev el mes pasado. El partido, que dirige la ciudad de Lvov, organizó en marzo pasado una marcha de antorchas de 15.000 personas en memoria del líder fascista ucraniano Stepan Bandera, cuyas fuerzas lucharon con los nazis en la segunda guerra mundial y tomaron parte en las masacres contra los judíos.
Así que en la semana de la liberación de auschwitz por el ejercito rojo estaba siendo conmemorado el Día de la memoria del holocausto, los partidadrios de aquellos que llevaron a cabo el genocidio estaban siendo aclamados por los políticos occidentales en las calles de Ucrania. Pero Svoboda está siendo apoyado por grupos incluso más radicales como “Sector Derecho” que reclama una “revolución nacional” y amenaza con una prolongada guerra de guerrillas.
No tienen mucho mucho tiempo para la Unión Europea, que había empujado a Ucrania a firmar un acuerdo de asociación que ofrecía créditos a cambio de austeridad como parte de una camino de apertura dirigida por Alemania para las compañías occidentales en Ucrania. Fue el rechazo de Victor Yanukovich a la opción europea, tras el que Putin ofreción una  ayuda de 15.000 millones de dólares lo que desencadenó las protestas.
Pero los ucranianos están profundamente divididos sobre la integración europea y las protestas en un eje entre el este y el sur rusófonos (donde el partido comunista aún tiene un apoyo significativo) y el tradicionalmente nacionalista oeste de Ucrania. La industria en el este depende de los mercados rusos y sería destruída por la competencia de la UE:
Es esta falla histórica en el corazón de Ucrania la que occidente está intentando explotar para reducir la influencia rusa desde 1990, incluyendo un intento concertado de incluir Ucrania en la OTAN. Los líderes de la revolución naranja fueron animados a enviar tropas a Irak y Afganistán como soborno.
La expansión de la OTAN hacia el este fue parada por la guerra de Georgia de 2008 y la última elección de Yanukovich en una plataforma de no alineamiento. Pero no hay duda de que el esfuerzo de la UE por atraer a Ucrania a una conexión más fuerte con la estrategia militar occidental ha sido expresada hoy por el secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen, que ha declarado que el pacto abortado con Ucrania podría haber sido un gran estímulo para la seguridad euroatlántica.
Eso ayuda a explicarse por qué políticos como John Kerry y William Hague han sido tan fuertes en su condena de la violencia policial en ucrania, que había dejado ya algunas muertes, mientras que mantenían un estudiado control en los asesinatos de miles de manifestantes durante el último golpe de estado en Egipto.
No vamos a confundir a Yanukovich con ningún progresista. Ha sido apoyado totalmente por oligarcas multimillonarios que tomaron el control de los recursos y las compañías privatizadas tras la caída de la Unión Soviética, a la vez que financiaban a políticos de la oposición y manifestantes., Una interpretación de los problemas del presidente ucraniano es que los oligarcas habían hecho demasiados favores a un grupo ascendente llamado “la familia”.
Hay indignación por la corrupción y desigualdad. El estancamiento económico ucraniano y la pobreza han llevado a muchos ucranianos a las protestas, así como la brutalidad policial. Al igual que Rusia, Ucrania ha sido empobrecida por la terapia de shock neoliberal y las privatizaciones masivas de los años postsoviéticos. Más de la mitad de la riqueza del país se ha perdido en cinco años y será difícil recuperarla.
Pero ninguno de los líderes opositores y de la protesta ofrecen ninguna alternativa genuina, solo un desafío a la oligarquí que tiene Ucrania en sus garras. Yanuukovich ha hecho algunas concesiones a los manifestantes: cesar al primer ministro, invitar a los líderes de la oposición a ingresar en el gobierno y derogar las leyes antiprotesta aprobadas el mes pasado.
Si esto calmará o alimentará  la protesta quedará claro pronto. Pero el riesgo de la extensión del conflicto (algunas figuras políticas han advertido de una guerra civil) es serio.Hay otros pasos que podrían ayudar a solucionar la crisis: la creación de una amplia coalición gubernamental, un  referendum sobre las relaciones con la UE, una reforma de un sistema presidencial a uno parlamentario y una mayor autonomía regional.
La fragmentación de Ucrania no sería un asunto puramente ucraniano. Junto al emergente desafío de China a la dominación norteamericana de Asia Oriental, el asunto ucraniano tiene el potencial de atraer poderes ajenos y llevar a un choque estratégico. Solo los ucranianos pueden vencer esta crisis. Las interferencias externas son provocativas y peligrosas.

No hay comentarios: