Artículo de Shaun Walker, publicado en Russia Profile sobre la situación en Osetia del sur.
Hoy el punto de control en el mercado de Ergneti parecía una ciudad fantasma. Estructuras de metal caídas y unos pocos coches que esperaban en cola para el control de los documentos. Hay soldados georgianos ociosos con sus Kalashnikov, comiendo pipas, con las estribaciones del Cáucaso en el horizonte. Un poco más allá del mercado se ve la bandera tricolor blanca-roja-amarilla de Osetia del sur, que ondea al viento. Este es el lugar donde finaliza el control georgiano y empieza la "zona de conflicto" de Osetia del Sur.
Hace tres años, el mercado era un punto de reunión ruidoso, el epicentro de una ruta de contrabando que unía Moscú a través de Osetia del Sur con Georgia, la región del Caspio y el oriente medio. El mercado de Ergneti estaba lleno de todo tipo de productos, desde harina y cigarrillos hasta alcohol y armas. El comercio desapareció en 2004; el mercado fue cerrado como parte del camino para restaurar la integridad territorial de Georgia, una de las prioridades del nuevo gobierno georgiano dirigido por Mijail Saakashvili, que llegó al poder con la "revolución de las rosas". De los tres territorios separatistas de Georgia, la región costera de Adjaria fue rápidamente puesta bajo control georgiano, pero las otras dos, Abjasia y Osetia del Sur han demostrado ser más resistentes a la autoridad de Tbilisi.
Una vez pasado el puesto de control de Ergneti, según los mapas seguimos técnicamente en Georgia, pero el taxista georgiano se niega a seguir más adelante, y el conductor osetio del otro lado ofrece sus precios en rublos rusos.
"¿Has estado en Yugoslavia?", pregunta en cuanto comenzamos el corto camino desde esta frontera extraoficial hasta la capital osetia, Tskhinvali. "Yo estuve allí durante año y medio, con un contrato con el ejército yugoslavo en Kosovo. “Pusimos orden con esos albaneses”, se ríe, con una sonrisa casi sin dientes.
Parece una manera apropiada de empezar la visita a este estado no reconocido. Los recientes signos de que alguna forma de independencia podría ser ofrecida a Kosovo han dado nuevas esperanzas a muchos en Osetia del Sur en su camino hacia la autodeterminación.
Osetia del sur es la más pequeña de las cuatro entidades no reconocidas que sobreviven en las ruinas de la Unión Soviética, y es junto a Nagorno Karavaj tal vez la menos viable como estado independiente. El Transdiniestr tiene fábricas, industria pesada y su propia moneda; Abjasia tiene acceso al mar y una población importante. Pero la población de Osetia del sur es de menos de 70000 personas, no tiene ni la más rudimentaria infraestructura económica y apenas una carretera que une con Georgia. La idea de una Osetia del sur independiente es un absurdo.
Pero la completa independencia no es lo que la región tiene en mente. "Nuestra estrategia es clara desde hace tiempo", dijo el presidente de facto de la república, Eduard Kokoity, en una reciente rueda de prensa en Moscú. "Somos partidarios de la unión de Osetia del norte y del sur como una parte constituyente de la Federación de Rusia".
Aunque hay algunos pueblos en Osetia del sur que están bajo el control de Tbilisi, la mayor parte de la república está de facto bajo control ruso. Los rusos no han aceptado oficialmente la unión legal de las dos Osetias; los georgianos dicen que es una política de anexión informal. Más del 90% de los residentes tienen pasaporte ruso, las pensiones y sueldos gubernamentales son pagados por Moscú y los teléfonos tienen números rusos. Un enorme cartel en la carretera a Tskhinvali dice "V.V. Putin, nuestro presidente", y por toda Tskhinvali la bandera rusa se mezcla con los colores osetios.
Mientras la mayoría de la población habla osetio, los documentos oficiales están en ruso, y la mayoría de la población habla ruso con fluidez. Por contra, la mayoría de los jóvenes osetios, educados tras la desaparición de la URSS no hablan georgiano en absoluto. Los osetios mayores suelen ser completamente trilingües: en ruso, georgiano y osetio, mientras que los que tienen sobre los veinte años no hablan más que unas pocas palabras en georgiano.
Los osetios del sur dicen que ellos se integraron voluntariamente en Rusia en el siglo XVIII y que nunca la han abandonado. Explican su presencia en Georgia como el resultado de la naturaleza arbitraria de las fronteras internas soviéticas, que ha causado el caos en el espacio postsoviético. Los osetios dicen que no había un motivo real para que ellos formaran parte de la República Socialista Soviética de Georgia, de la que se deriva el actual estado de Georgia, y ya es momento de rectificar ese error.
"Osetia del sur tiene más precedentes legales y políticos para ser independiente que Kosovo", dijo Boris Chochyev, el primer ministro de Osetia del Sur, en su oficina en Tskhinvali. "Pero Saakashvili
Ciertamente la retórica ha subido de tono en Georgia en los últimos meses. Los líderes georgianos se enfrentan a un dilema, ya que una solución militar al problema osetio podría dar un golpe decisivo a su deseo de integración euroatlántica. Sin embargo hay halcones en Georgia que piensan que ese es un precio que se podría pagar. Irakli Okruashvili, el ministro de defensa de 33 años, nacido en Tskhinvali, que hizo la ahora infame declaración de que celebraría el año nuevo en Tskhinvali o dimitiría.
Chochyev dice que tiene información de que el presidente estadounidense George W. Bush ha dicho a Saakashvili que "tranquilice a Okruashvili" durante un encuentro entre ambos presidentes en la Casa Blanca en junio. Aunque sus subordinados han estado haciendo las más difíciles contorsiones verbales para sugerir que Okruashvili simplemente quería decir que tenía ganas de tomar un par de martines con sus amigos en la zona georgiana de Osetia del sur, está claro que la opción militar permanece sobre el tablero al menos en algunos círculos en Tbilisi. Más alarma han causado aún las renovaciones de una gran base militar georgiana en Gori, a 25 kilómetros de Tskhinvali, que incluyen un nuevo hospital militar y una morgue.
Rusia y Georgia se han acusado una a otra de preparar acciones militares. Las recientes maniobras del ejército ruso en el Cáucaso norte han causado preocupación en Tbilisi; en más de una ocasión, delegaciones de la embajada rusa en Tbilisi de camino para Tskhinvali han sido detenidas y mandadas de vuelta. El asesinato el 8 de julio de Oleg Alborov, jefe del Consejo de seguridad de Osetia del sur, seguido la misma semana por un asesinato frustrado de un parlamentario, hizo que muchos en Tskhinvali apuntaran hacia los georgianos."Este es el comienzo de la política georgiana de exterminio físico de los líderes de Osetia del sur", dijo Irina Glagoleva, jefa del comité de prensa e información del gobierno surosetio.
Algunos observadores creen que el asesinato de Alborov ha sido obra de sus enemigos dentro del gobierno de Kokoita, y ha permitido al gobierno de Tskhinvali matar dos pájaros de un tiro: apartar a un oponente y dar la impresión de que los georgianos están asesinando a los altos cargos osetios. Sin embargo, gente importante de Tskhinvali, incluyendo a amigos personales de Alborov, que ven al gobierno de Kokoita como algo muy lejos de lo ideal, deniegan vehementemente esta posibilidad.
"Se trata de la típica propaganda sucia georgiana"; dice uno de ellos. "Conocía a Alborov personalmente y puede decirle honestamente que no tenía enemigos en Osetia del sur", dice otro. "Describirlo como un enemigo de Kokoita y un abogado de la aproximación a los georgianos es totalmente absurdo". Es poco probable que la historia del asesinato se esclarezca algún día.
En las últimas semanas, apenas ha pasado un día sin que Rusia y Georgia se acusen mutuamente de planear la guerra. A mediados de julio, los servicios de seguridad rusos informaron de que habían recibido información de que Tbilisi planeaba crear una crisis asesinando a cerca de 20 ciudadanos georgianos y acusando a las fuerzas de paz rusas estacionadas en la zona.
Se añadió más leña al fuego con el cese del ministro para la resolución de conflictos, Georgui Khaindrava, que había criticado públicamente a Okruashvili y había rechazado repetidamente el uso de la fuerza. "Esto es un reforzamiento del partido de la guerra en Georgia", dice Serguei Markedonov, jefe del departamento de relaciones interétnicas del instituto de análisis políticos y militares de Moscú. "No sería correcto describir a Khaindrava como una voz superliberal, pero su cese significa ciertamente un grado mayor de radicalización en la política georgiana". Sean cuales sean las posturas de Khaindrava en el conflicto, el reemplazo del principal negociador en un momento así muestra que los georgianos no tienen miedo de levantar las picas.
Otros analistas están divididos sobre el significado de los recientes acontecimientos. "No creo que los georgianos estén listos para lanzar una ofensiva militar", dice Oksana Antonenko, del Instituto para los Estudios Estratégicos de Londres. "Aún creen que pueden conseguir un plan de ingreso en la OTAN, y hay bastantes cosas que son más importantes para ellos que Osetia del sur que no quieren poner en riesgo".
En Tbilisi Temuri Yakobashvili, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Georgiana para los Estudios Estratégicos e Internacionales, se manifiesta más como un halcón. "Georgia se está preparando para la guerra", dice. "Si todos los intentos de negociar fracasan, ¿qué otra opción le queda?". Asegura plausiblemente que las fuerzas georgianas podrían tomar Tskhinvali en un par de días, "pero eso sólo sería el comienzo de una batalla por el control del territorio y la población.
El objetivo estratégico clave en Osetia del sur es el túnel de Roki, que atraviesa las montañas entre Osetia del norte y Osetia del sur. De cerca de 4 kilómetros, es el paso vital que conecta Osetia del sur con Rusia desde que fue excavado en 1981. La mayoría de los productos que se venden en el mercado de Ergneti llegan a Osetia del sur por el túnel de Roki. Aunque es de jure la frontera internacional entre Georgia y Rusia, los georgianos no tienen su control.
Aparte del túnel, la única unión entre los dos países (dejando aparte Psou, que está bajo control abjasio) es la carretera militar georgiana en Lars, que los rusos cerraron sin previo aviso recientemente para "trabajos de reparación". El valor simbólico y estratégico de controlar la ruta por las montañas es lo que hace tan importante este insignificante pedazo de tierra para los georgianos. Rusia, sin embargo, tiene un miedo mayor: que la guerra en Osetia del sur desestabilice todo el Cáucaso norte. "Lo primero que sucedería es que los refugiados invadirían Rusia", dice Serguei Markedonov, "no es el territorio lo importante para Rusia sino el efecto que se produciría":
De vuelta en Tskhinvali, estas consideraciones geopolíticas quedan muy lejos. La gente pasea por las calles arboladas, una fila de mujeres conversa animadamente en un parque, una tienda vende pan "lavash". Parece una tranquila ciudad de provincias, y excepto por unos pocos edificios que aún mostraban las consecuencias de los combates de los años 90, hay poco que indique que se trata de una zona en conflicto.
Hay sin embargo una notable ausencia de gente joven en edad de trabajar, debido a la falta de oportunidades económicas en la región. La mayoría de las familias tienen familiares en Osetia del norte o en el resto de Rusia que les envían dinero. "Cuando los niños terminan la escuela tienen dos opciones: trabajar para el gobierno o irse a Osetia del norte", dice Vajtang Dzhigkaev, consejero de asuntos económicos del presidente Kokoita, "Los médicos y profesores cobran unos 60 dólares al mes. La caída demográfica es nuestro mayor problema. Cualquiera que quiera trabajar tiene que irse de la república y seguirá siendo así hasta que no encontremos una solución a la crisis".
Dzhigkaev es una voz razonable. Ha estudiado economía en San Petersburgo, donde dice que conoció personalmente a Vladimir Putin, su voz moderada es algo raro entre las demás del gobierno osetio. Sentado en un banco a la entrada de su casa en Tskhinvali, el hecho es que es feliz de criticar al liderazgo osetio, lo que sugiere que el régimen no es tan cerrado como algunos lo presentan. El cuadro que pinta, sin embargo, es el de una élite que se preocupa demasiado de su propio provecho.
"Necesitamos ser mucho más abiertos, a veces parece que nuestro único aliado en el mundo es Rusia, y que el resto del mundo está del lado de los georgianos", se lamenta. "No deberíamos tener miedo de las fuerzas de paz europeas. Si tuviéramos suecos o belgas, o cualquier otro país neutral aquí, solo nos beneficiaríamos de ello. Entenderían nuestros problemas mucho mejor. Invité a venir a tres especialistas de la comisión de Venecia ( el cuerpo consultivo del Consejo de Europa para temas constitucionales". Me costó horrores conseguirles acreditaciones. Tuve que ir de un lado a otro para explicar por qué deberíamos traerlos. Este es el tipo de lazos que deberíamos reforzar".
Sin embargo, Dzhigkaev guarda las principales críticas para los georgianos, a los que acusa de "bloqueo económico" de Osetia del sur, y lamenta el cierre del mercado de Ergneti. "La gente siempre dice que Ergneti estaba lleno de contrabando, pero no se refiere a contrabando de personas o armas. Era gente originaria que intentaba ganar un poco de dinero vendiendo harina, gasolina, artículos de uso diario. Queríamos que el mercado fuera regularizado y legalizado; ofrecimos a los georgianos crear un puesto de aduanas en el mercado, pero rehusaron".
Nadie conoce el valor exacto de las mercancías que pasaban por el mercado cada año, pero Dzhigkayev lo estima es cerca de 120 millones de dólares al año. Estimaciones del gobierno georgiano y del grupo de crisis internacional elevan bastante esta cifra; este último sugiere que 130 millones es el valor tan solo de la harina vendida al año. La pérdida no es solo económica, añade Dzhigkaev. "Las relaciones económicas crean vínculos horizontales entre las poblaciones, e incrementan la confianza mutua".
En la residencia de la OSCE en Tbilisi, la que otrora fuera dacha del líder soviético Nikita Jruschev, el embajador Roy Reeve, cabeza de la misión de la OSCE en Georgia dice que la reconstrucción económica de la zona de conflicto será vital en el futuro próximo. Una reciente conferencia en Bruselas aprobó una ayuda de 7 millones de dólares para ayudas en la zona, para reconstruir las infraestructuras más necesarias y para proyectos de desarrollo, que varían desde el control de roedores hasta la reparación del teatro o la provisión de electricidad.
Estamos centrándonos en el terreno económico, como se ha visto en la reciente conferencia de Bruselas", dijo Reeve. "Intentamos mejorar las vidas de la gente ordinaria mediante estos proyectos. Esto será una gran mejora para Osetia del sur", dijo.
Mientras la regeneración económica progresa, la solución política no parece verse en el horizonte. Las dos posiciones parecen tener poca posibilidad de convergencia. El ayudante del ministerio de defensa Mamuka Kdava se enfada cuando se le sugiere que ninguno de los lados quiere hacer concesiones fundamentales.
"Georgia ha hecho concesiones públicas varias veces, y está dispuesta a dar una autonomía sustancial a estas dos regiones", dice Kudava. "Estamos dispuestos a dar a Osetia del sur más autonomía dentro de Georgia que la que tiene Osetia del norte en Rusia. ¿Quieren hablar de federación? Sin problemas, ¿de autonomía? Sin problemas".
El problema es, desde luego, que los surosetios no quieren hablar de ninguna de estas opciones, y ven cualquier solución que les incluya en Georgia como inaceptable. "En 1990 pedimos autonomía a los georgianos y obtuvimos guerra. Esa puerta está cerrada", dice Dmitri Medoyev, el representante de Osetia del sur en Moscú. "La idea de volver a una federación, o incluso discutirla, no es una opción".
"Los georgianos son unos fascistas del más alto nivel", dice Irina Glagoyeva, la jefa del comité de prensa de Tskhinvali. "No Hitler habría soñado con algunas de las cosas que ellos han hecho", dice con rostro serio, sus palabras sugieren que un compromiso integracionista no es posible.
Pero parte del problema parece estar en que en Tbilisi no desean hablar de las demandas del pueblo osetio a ningún nivel. "No estamos hablando de lo que quieren los surosetios. No hay más que 10 000 personas en Tskhinvali", dice Kudava, yendo al centro del asunto. "No tiene sentido hablar de lo que quieren los surosetios. Se trata de Georgia y Rusia".
Esta actitud está en el centro de los fallidos intentos de Georgia por recuperar Osetia del sur. Pero las demandas de Osetia del sur tienen pocas posibilidades de ser tenidas en cuenta pacíficamente por Georgia. "Si queda alguien vivo en Tskhinvali, la promesa de Okruashvili de celebrar allí el año nuevo no tendrá lugar", asegura Glagoyeva.
Las declaraciones de los líderes surosetios revelan una actitud ambivalente hacia Rusia. "Confiamos en ellos, porque sin ellos no existiríamos", dice Chochiyev, el primer ministro de la región separatista. "Sabemos que sólo nos apoyan por sus propios intereses", añade Glagoyeva. "Pero solo hemos podido sobrevivir quince años gracias a ellos".
Las actitudes osetias hacia Georgia, sin embargo, hunden sus raíces en la violencia de los primeros años 90, y no tienen ninguna ambivalencia. "Para los georgianos lo más importante es el territorio y no la gente que vive en ese territorio y su actitud hacia Georgia", dice Chochyev.
"Recuerdo a Khaindrava diciendo que Osetia del sur no necesitaba ninguna fuerza de paz, ni rusa ni internacional", dice Markedonov, del Instituto de Análisis Político y Militar. "Decía que los georgianos pueden arreglarse ellos mismos con los osetios, y yo le dije: eso es lo que hicisteis en los 90. Realmente os arreglasteis con ellos. Matasteis a un millar y Rusia recibió 43000 refugiados."
Los miles de refugiados, osetios que abandonaron Georgia y georgianos que abandonaron Tskhinvali, son otro peligroso aspecto del actual conflicto. Algunos georgianos viejos han vuelto a Osetia, pero la mayoría no espera volver nunca, mientras que muchos osetios que vivían bien integrados en Georgia ahora viven en Osetia del norte.
Esta combinación de complejos problemas sugiere que, a menos que haya un asalto militar georgiano, cualquier solución negociada del problema llevará varios años. “El conflicto no se resolverá en el futuro próximo, estoy totalmente segura”, dice Oksana Antonenko. Cree que la mejor estrategia para Georgia sería ocuparse de su propio renacimiento y proveer de una alternativa atractiva. “Eso dependerá de si Saakashvili puede mantener un nivel de desarrollo económico y hacer de Georgia un lugar atractivo”, dice.
Temuri Yakobshvili en Tbilisi admite: "Nosotros, junto con la comunidad internacional, tenemos que dar a los osetios la seguridad de que la Georgia en la que volverán a integrarse será una Georgia diferente". Dice que la elección para Osetia del sur está clara: "Bruselas o Beslan". Suena bien, pero la elección real actualmente es "Moscú o Tbilisi". Y para Osetia del sur, actualmente solo hay una respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario