La agencia internacional de rating Moody's elevó de Baa3 a Baa2 la calificación de la deuda rusa en moneda extranjera y local y acto seguido, situó en el mismo nivel de inversión las calificaciones en moneda extranjera asignadas a las compañías rusas Gazprom, Rosneft, Transneft y Ferrocarriles de Rusia.
El mercado y los expertos acogieron con calma la nueva por ser una decisión esperada puesto que el pasado mes de agosto Moody's ya mejoró el rating de Rusia y en verano de este año lo hizo la agencia Fitch.
Desde luego, la revisión al alza de los rating es una noticia de signo positivo para la economía rusa. No sólo mejora la imagen del país en el mercado mundial de créditos sino que puede proporcionar beneficios bien concretos. A juicio de Serguei Suverov, un experto de Gazprombank, con su iniciativa Moody's ha emitido una señal importante al público inversor. De aquí en adelante las compañías rusas, al igual que el Estado, pueden negociar créditos extranjeros a precios más bajos.
Pero el nuevo rating no significa que se hayan producido unas mejoras sustanciales en el clima inversionista reinante en Rusia. La decisión de la agencia se explica con que en Rusia el comportamiento de los indicadores macroeconómicos es más estable que en la mayoría de otros países. La economía rusa registra la tasa de crecimiento de orden del 6%. El aumento continuo de los recursos que acumula el Fondo de Estabilización (más de 29 mil millones de dólares) y las reservas de oro y divisas del país valoradas en la cifra superior a 150 mil millones de dólares sirven de garantía de las conmociones externas.
La reducción de la deuda externa es otro factor que ha de elevar el índice de confianza del público inversor. La mejora en los rating parece un fenómeno lógico en el contexto de los actuales precios mundiales del petróleo, del superávit presupuestario y del saldo positivo que arroja la balanza de pagos.
Pero de lo arriba señalado únicamente se desprende que Rusia es un Estado solvente, con moneda nacional estable. Para el clima inversionista importan tanto los indicadores macroeconómicos como los aspectos políticos y legales de la actividad del público inversor. Muchas compañías extranjeras que operan en Rusia conocen bien los problemas que existen en esta materia.
La agencia Moody's dice que la nueva calificación asignada a Rusia es una reacción a la estabilidad política en el país. No obstante, los estudios que realiza anualmente Transparency International revelan en 2005 ha crecido el índice de percepción de corrupción en Rusia. Además, aún deja mucho que desear la calidad de la gestión corporativa, aunque en los últimos años se han registrado determinados avances en este ámbito.
Al decir del viceministro de Desarrollo Económico y Comercio, Andrei Sharonov, en Rusia la calidad del sistema de institutos institucionales es más baja que en los países con el PIB por habitante homologable. Tampoco favorece al clima inversionista la ausencia de una judicatura fuerte e independiente. No es de extrañar que la agencia Standard & Poor's, la más conservadora entre las calificadoras internacionales, sigue manteniendo en el nivel mínimo el rating de inversión asignado a Rusia.
Por eso los analistas de Moody's recomiendan al Gobierno ruso aumentar la competitividad interior, incentivar el desarrollo de los mercados locales de capitales, o sea, conferir una nueva calidad a las reformas económicas, así como reorganizar el sistema judicial y combatir la corrupción.
La revisión de las calificaciones obedece en la mayoría de los casos a los criterios subjetivos por los que se guían los expertos. Pero la nueva calificación asignada a Rusia permitirá al Gobierno cumplir mejor con sus compromisos financieros internos y externos. De momento, los problemas de carácter institucional obstruyen la entrada en el país de nuevos capitales.
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