18 octubre 2006

Europa teme la revolución energética

Publicado por Fedor Chaika en Izvestia el 16-10-2006

El próximo viernes los líderes de la UE se reunirán en una cumbre informal en la localidad finlandesa de Lahti. Por primera vez ha sido invitado a dicha cumbre Vladimir Putin. Se supone que en la comida de trabajo se hablará de la colaboración estratégica entre Rusia y la UE, entre otros, en el sector energético. Parece que este último plato no será agrada ble para ninguna de las dos partes: una semana antes de la cumbre Francia y Alemania, los miembros más importantes de la UE, manifestaron conjuntamente el rechazo a la última iniciativa rusa en el campo energético. Hablaron de la fundación de una alianza energética entre ambos y llamaron a Rusia a ratificar la Carta Energética de la UE, que no es favorable a los intereses económicos de nuestro país.

El comunicado de Francia y Alemania es una señal clara para Rusia. Merkel y Chirac quieren desarrollar las relaciones directas con los países productores de gas y petróleo de Asia Central y con los países de tránsito, sobre todo con Ucrania. La conclusión que se puede sacar de este comunicado es clara: Alemania y Francia no creen que Rusia pueda garantizar por sí sola la seguridad energética de Europa.

En Europa se ha puesto de moda temer a Rusia. Hace medio año los europeos se asustaron por el intento de nuestro país de buscar nuevos mercados para el gas y el petróleo en China y otros países de Asia. Los comisarios europeos temían que les faltaría el gas si Rusia construye el gasoducto “Altai” hasta Podnebesni. En la UE empezaron a exigir a Gazprom garantías del suministro. Es decir, acceso a las redes de distribución. Después se acusó a nuestro país de “chantaje energético”.

Y ahora parece que Rusia ha hecho a Europa un regalo inesperado. Uno de los más importantes yacimientos de gas del mundo, el de Shtokman, no dará gas para América, como estaba previsto anteriormente, sino para Europa. Parecería que no deberían que dar desacuerdos, los europeos tendrán garantizado el abastecimiento para décadas.

Pero no es así, los europeos, de todos modos, están asustados. Porque cada vez son más y más dependientes del gas y petróleo ruso. Y no obtienen el acceso a los pozos y gasoductos rusos. ¿Y tienen tantas ganas! Precisamente por eso exigen a Rusia que se una a la Carta energética.

Antes les resultaba muy sencillo. Rusia no tenía ni dinero ni tecnología para explotar sus pozos. Fue entonces cuando se ideó el “acuerdo para el reparto de la producción”, por el cual los extranjeros recibían una parte de los yacimientos y todas las ganancias hasta el momento en que cubrieran totalmente sus inversiones. Los extranjeros inflaban los gastos cada vez más, lo que amenazaba los ingresos del presupuesto ruso, y finalmente explotó el escándalo con el yacimiento “Sajalín-2”. Allí, recordemos Rusia propuso a la compañía Shell simplemente comprar su parte.

La situación en el yacimiento de Shtokman tampoco es sencilla. El proyecto se valora en la astronómica suma de 20000 millones de dólares, de los cuales Rusia aportaría sólo el 51%. Las compañían extrajeran montaron una auténtica guerra por el 49% restante. Por su parte en el yacimiento propusieron a quién más dinero y tecnología. Una vez estudiadas todas las ofertas, Gazprom decidió actuar de otra forma: dejar el yacimiento de Shtokman como totalmente ruso e invitar a los extranjeros en calidad de contratistas.

¿Por qué no gustó esto a los extranjeros? Rusia simplemente fortalece la posición de sus propias compañías nacionales, como lo haría cualquier otro país con tales cantidades colosales de gas y petróleo, que además tiene las posibilidades financieras.

Pero los extranjeros están enfadados. Tan sólo los socios americanos de Gazprom, las compañías Conoco Phillips y Chevron no manifestaron públicamente su valoración. Los noruegos y franceses no ocultaron su decepción.”Es un proyecto enorme, el proyecto del siglo. Estos asuntos no se llevan en solitario en ningún lugar del mundo”, dijo a Izvestia Inessa Varshavskaia, la vicepresidente de Total para relaciones públicas.

La idea principal es que Gazprom no puede realizarlo en solitario. ¡Y encima dicen que lo harán sin extranjeros! Las compañías extranjeras participarán en el proyecto, pero no como accionistas sino como contratistas a los que se pagará por su trabajo. Y esto, por supuesto, les priva de la posibilidad de manipular los precios de coste y hacer crecer los gastos, como lo hacían en Sajalín. Este es el principal motivo de su enfado.

Es interesante observas que los comunicados de la francesa “Total” se interpretan de manera diferente en Rusia. El vicepresidente de la compañía Menno Gruvel dijo que “no somos una compañía de servicios, nuestro objetivo es tener acceso a los yacimientos a cambio de nuestra experiencia y el riesgo”. Unos se apresurarían a interpretar estas palabras como un rechazo a la colaboración con Gazprom. Otros lo interpretarían como una continuación de la negociación, en la que , más tarde, los franceses ofertarían a Gazprom sus redes de transporte de gas y renunciarían al anteriormente firmado “acuerdo para el reparto de la producción”. Está claro que sin intervención de compañías extranjeras no se explotará Shtokman. La cuestión es en calidad de qué.

No se excluye que los ofendidos europeos ahora van a defender con más ahínco su mercado interno de gas de los intentos de Rusia de entrar en ese negocio. Precisamente así se puede interpretar la intervención de la canciller alemana, que acordó con Francia la formación de una alianza energética dentro de la UE sin participación de terceros países. Es decir, sin Rusia.

No hay comentarios: