- ¿Con qué balance termina Rusia el actual año político?
- Por desgracia, la serie de fracasos que comenzó el año pasado continúa. Se ha debilitado nuestra posición en casi todos los países de la antigua Unión Soviética, en los que hemos cometido serios errores, que por sí mismos harían llegar a la conclusión de que ahora mismo Rusia no es capaz de defender sus posiciones.
Es preocupante la situación en Asia Central, donde se está produciendo rápidamente una desestabilización.
Este año hemos podido evitar una crisis en las relaciones con la Unión Europea, adoptando las cuatro así llamadas “cartas de viaje”, pero no se ha solucionado el problema fundamental de las relaciones a largo plazo con la Unión Europea. “Por suerte” para nosotros (aunque el fracaso de la UE es un fracaso para toda Europa), la UE misma se ha metido en un largo periodo de crisis, que nos da la posibilidad de definirnos y preparar una estrategia pare esas relaciones.
Con los Estados Unidos todo se ha desarrollado de una manera previsible y bastante positiva, aún con un cierto aumento del nivel de críticas mutuas. Pero los americanos aún no quieren, o no están preparados para ello, ejercer una presión más fuerte, nos quieren tener de su lado. Hemos intentado jugar la carta de un nuevo triángulo: China – India – Rusia. Pero todo el mundo entiende que no se trata de una nueva Unión, sino de una demostración de acercamiento mutuamente útil. Estos tres países, y cada uno por su cuenta, no pueden unirse.
Lo más preocupante es que en este año no hemos sido capaces de elaborar ni una estrategia de política exterior a largo plazo, ni, y esto es más importante, una estrategia a largo plazo de desarrollo socio-económico. Hemos empezado a desacelerar perceptiblemente nuestro crecimiento, hemos empezado a perder el atractivo exterior que teníamos en ese sentido. Y este es el principal capital de la política exterior de un país. Pero no hemos sufrido ningún hecho trágico.
- ¿Qué riesgos esperan a Rusia en el próximo futuro?
- Tendremos unos retos más complicados en relación con la posible ampliación de la OTAN a las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, ya no solo a las bálticas. Esta ya es una cuestión real. Nos vamos a encontrar con una presión cada vez mayor en relación con nuestro papel en las llamados “conflictos no declarados” en las repúblicas cercanas. Por un lado reconocemos la integridad territorial de los estados pero por otro no podemos dejar de lado el que las repúblicas secesionistas tienen una historia y un derecho a existir similar al de los estados del que se separaron. Este es un gran problema político e intelectual.
Pero, como se suele decir, aún tenemos viento en nuestras velas. En primer lugar por la inestabilidad en los mercados petrolíferos y energéticos, que hacen que Rusia sea objetivamente un jugador importante en la política mundial. También porque la situación en el Próximo Oriente sigue desestabilizándose. Ahora la desestabilización ha llegado a Asia Central. No se ve fin al conflicto en Irak. La situación en Irán es complicada, sobre todo en relación con el tema del armamento nuclear. Todo esto pone en manos de Rusia cartas que puede jugar.
- Qué conclusiones, en su opinión, saca el gobierno ruso de la serie de revoluciones en los países de la CEI y de los trágicos sucesos de Uzbekistán?
– De momento, en mi opinión, hay una tendencia a reforzar la tendencia defensiva, y lo que es más erróneo: achacar estos sucesos a la influencia de fuerzas externas. Las fuerzas externas, por supuesto, han intervenido en diferentes direcciones, pero es evidente que todos estos sucesos han tenido lugar porque las antiguas élites post-soviéticas han sido superadas. Han cansado al pueblo por su falta de efectividad y su corrupción. Estos procesos son totalmente objetivos. Si entendemos que tenemos que cambiar de política y de gente que desarrolla esta política entonces podremos evitar estas revoluciones. Si pensamos que esto está creado por la fundación Soros, entonces tendremos no estos problemas , sino otros parecidos.
- ¿en qué medida el caso Jodorkovski ha influido en nuestra posición exterior?
- Es difícil medir el grado, pero sin duda ha supuesto un golpe serio en la imagen de Rusia como estado moderno.
- Ha recordado usted la crisis en la Unión Europea. ¿Cómo va a desarrollarse la situación, en su opinión, después del fracaso de los dos referéndum y de la última cumbre comunitaria?
- La crisis de la Unión Europea se cocía desde hace tiempo. Está relacionada con el hecho de que la élite europea, mientras soñaba con la idea de una Europa Unida, se ha separado de sus raíces, de su población, que no quiere grandes ideas, no quiere grandes sacrificios por éstas, sino que quiere beneficios para sí aunque sea en perjuicio de toda Europa. No creo que la crisis se pueda superar en los próximos años. Va a ser un largo proceso de reconsideración de objetivos. El fracaso de la Unión y de su ampliación posibilitan una evolución no hacia una cuasifederación, sino hacia una unión de estados con una política económica común, con una moneda común con un nivel menor de integración política. Es decir, una unión económica europea como la que había, más una moneda única y la transmisión de determinadas funciones a los órganos supranacionales.
- ¿Cómo van a desarrollarse los acontecimientos en la CEI tras el debilitamiento de la UE? ¿Qué significado tendrá Ucrania para una debilitada Unión Europea?
- Sin duda, las imaginarias perspectivas de ingreso en la UE a largo plazo de Ucrania y Moldavia son ahora más improbables. Aunque Moldavia y Ucrania podrían ingresar en la OTAN para reforzar su orientación europea. Esto supondría un enorme problema para Rusia, que se encontraría con la cuestión de seguir a estos países e ingresar en la OTAN o quedarse en una desagradable situación de aislamiento internacional. Por supuesto la crisis de la UE va a representar para la CEI una disminución del magnetismo que la UE provocaba hacia muchos países.
Pero la CEI va a continuar disoviéndose no por la influencia de la atracción de la UE, sino por causas objetivas. Basta decir que la CEI no representa más del 20% del comercio exterior ruso. Bastante complicadas son las perspectivas para Bielorrusia, no excluyo intentos de desestabilización interna o externa del país, sobre todo si sigue negándose a una democratización. Por eso es posible que se construya en la CEI una cierta configuración de microanillos: por ejemplo, una unión Rusia-Kazajstán. La formación de un espacio económico común difícilmente será una tendencia firme. Desde mi punto de vista todas las tendencias similares están condenadas al fracaso, sobre todo si Rusia no cambia de manera radical su política exterior, interna y económica, no se hace de nuevo atractiva y no vuelve a mostrar tasas de crecimiento no del 4-5% (y estas no son las tasas más bajas de la CEI) sino del 10-12%.
- En noviembre Vladimir Putin viajará a Japón. ¿Se espera alguna sorpresa?
- Espero que no haya sorpresas. Las relaciones ruso-japonesas se encuentran objetivamente en un periodo de acercamiento, porque xxx. Japón empieza a tener conflictos abiertos con China. Nosotros no tenemos conflictos con China, pero sentimos a menudo su peso geopolítico. Existe el problema del armamento nuclear de Corea del Norte. Existe el problema del crecimiento del nacionalismo en Asia. En tal situación no creo que Japón nos presiones fuertemente, como lo hizo en el pasado, sobre todo por cuestiones territoriales.
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