Esto tiene sus motivos. Al tener miedo a la revelación de algún caso de corrupción de altos funcionarios, el gobierno tomó la decisión de reprimir de raíz cualquier acusación en su contra en el momento menos conveniente de la campaña electoral. En este contexto hay que ver la demostrativa actitud de A. Koch de apoyo a Menatep. En cualquier caso, entró de lleno en la batalla, negando las reclamaciones y dudas expresadas contra Menatep y Oneximbank. Estos bancos eran denominados por Koch (no sin motivos de peso) “leales, consecuentes y sólidos colaboradores del Comité de Propiedades Estatales”. Sería interesante que Koch hubiera concretado y detallado estas virtudes, y en qué unidades se miden.
También son curiosas las promesas del presidente en funciones de Comité de Propiedades Estatales en relación con la corrección de los errores cometidos por el Comité en los concursos de privatización. Koch garantizó a todos los descontentos que si los concursos de privatización “se siguen realizando el próximo año” sólo podrán ser encargados de su organización y gestión los bancos que no participen en ellos. Una enojosa falta de memoria le impidió a Koch recordar que para finales de 1995 ya se habían subastado casi todas las propiedades importantes del estado. Los funcionarios del ministerio de finanzas rechazaron no menos categóricamente las acusaciones contra Menatep y exigieron oficialmente disculpas a los tres bancos disidentes por sus acusaciones. El que hasta poco tiempo antes había sido presidente del Banco Central Ruso, Jandruev, amenazó sin rodeos a los tres bancos demandantes con sanciones si no retiraban las acusaciones. También caracterizó las acusaciones contra Menatep y sus relaciones en las estructuras gubernamentales como el intento de “golpear un ternero contra un roble” (sin especificar quién era este último en el caso en cuestión)
Aún sin avergonzarse de relacionar las actividades de Menatep y Oneximbank con el gobierno, la prensa no encuentra base para denominar a estos bancos “progubernamentales”. El motivo para ello lo dio el ayudante del presidente, A. Livshits. Su posición en el conflicto entre los miembros del consorcio era cercana a la neutralidad (aunque con la flexibilidad que le caracterizaba intentaba contentar a todos). El nuevo director del Banco Central, S. Dubinin no era menos evasivo, al prometer dar una respuesta constructiva a los bancos que ponían en cuestión el orden establecido en las privatizaciones. En labios del recién llegado de Gazprom esto sonaba como una advertencia a los altos funcionarios para que no se propasaran, a lo cual podía seguir medidas de castigo por parte del presidente.
Los analistas, que siguen el conflicto entre los miembros del consorcio de bancos llaman la atención sobre el hecho de que el motivo original del desacuerdo es la pretensión de Menatep de apoderarse de un gran paquete de acciones sin tener la capacidad financiera para ello. Quedémonos con las acusaciones a Menatep en el periodo preelectoral y el escándalo consiguiente (que puso en cuestión la autoridad de la gente que, desde dentro del gobierno apoyaba a Menatep y sus aliados).
Las mayores reclamaciones de los antiguos socios de Menatep se relacionaban con el hecho de que las exigencias planteadas en los concursos de privatización no se correspondían con las posibilidades de Menatep. La cantidad total de los compromisos económicos no cumplidos por Menatep superaba los 600 millones de dólares. A pesar de ello, el banco continuaba a la cabeza de los pretendientes de las nuevas acciones a crédito de compañías estatales por una cantidad de 500 millones de dólares, aunque la dirección de Menatep había puesto un techo para 1995 de 150 millones de dólares. Expertos competentes consideraban que la política de inversiones de Menatep era su talón de Aquiles y preveían serias consecuencias económicas. Tras acaparar acciones de más de 100 compañías, Menatep no puso medios para su pago. Al condenar a estas empresas a la bancarrota o al marasmo financiero, Menatep colaóró al descrédito del proceso de privatizaciones y de sus organizadores.
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