05 junio 2005

¡Señor, haz que Georgia nunca más nos vuelva a pedir nada!


No entiendo por qué Dios concedió al pueblo georgiano la viña, el talento para cantar a coro y les castigó con Gamsajurdia, Shevernadze y Saakashvilli. No entiendo por qué el pueblo georgiano primero se entregó con entusiasmo en brazos de uno, luego de otro y finalmente del tercero. Posiblemente a los georgianos les fuera mejor si cantaran a coro un poco menos y escucharan atentamente lo que dicen sus líderes.

¿Es que era tan difícil predecir el destino de Georgia najo el mandato del intelectual-nazi Gamsajurdia? Primero la discordia nacional, luego la guerra y la ruptura del país. ¿O lo que esperaba a los georgianos con Shevernadze después de que fuese ministro de exteriores de la URSS? ¿Acaso era tan difícil adivinar que este avezado "surfer" político no iba a resolver nada y que iba a mantenerse en equilibrio entre las intrigas internas y externas hasta que, al fin, llegara una ola más fuerte que lo derribara?

Tampoco es difícil prever el destino de Georgia con Saakashvilli: un demagogo en el mejor de los casos puede ser bueno para hacer brindis, pero no para salvar a la patria. Las innumerables promesas hechas al pueblo después de su llegada al poder se han quedado en nada. Igualmente su astronómica popularidad de vendedor de sueños ya está por debajo de las nubes, junto a la tierra. La democracia tampoco ha llegado a Georgia. Adjaria no ha recibido la autonomía prometida. Los ladrones, con el nuevo presidente, compran su salida de prisión: el estado se ha convertido en un extorsionador oficial. Los medios de comunicación y los partidos de oposición, incluso desde el amistoso punto de vista de los Estados Unidos y la Unión Europea, son amordazados. Etc, etc.

En definitiva, Saakashvilli hace lo mismo que sus predecesores: lo que le da la gana, sin tener en cuenta a nada ni a nadie. La hermosa ciudad de Tbilisi, que era valorada por su autenticidad, se ha convertido para la llegada de Bush, por orden de Saakashvilli, en un "pavo real" (según expresión de un pintor georgiano). Para indignación de la intelectualidad local, el poder respondió simplemente: la capital debe tener un nuevo aspecto para el nuevo poder. Las plumas del pavo real le van al nuevo poder georgiano. Bush llegó al carnaval georgiano, bailó, se divirtió y con una sonrisa beatífica escuchó los disparates que decía desde la tribuna su colega georgiano.

Citaré literalmente, para no confundirme: "Compatriotas... Nuestra infinitamente hermosa patria ha sido, en el transcurso de los siglos, terreno para los desenfrenos de muchos invasores. No hubo ni un solo imperio en el mundo que no trajera destrucción, sangre e intentara destruir al pueblo georgiano. Estos muros recuerdan a los romanos, bizantinos, turcos, persas, tártaros, rusos (el subrayado es mío). Pero ninguno de ellos pudo destruir nuestro orgulloso pueblo"-

Poner a los rusos al lado de los turcos y los persas. ¡Esto es demasiado!

El que al orador no le creciera la nariz se explica porque los políticos tienen una anatomía especial. El presidente norteamericano no estudió en la escuela la historia de Georgia, por eso su colega georgiano le pudo mentir descaradamente. Y lo más sorprendente es que entre los asistentes a la plaza no hubo ni uno solo que sintiera vergüenza por su presidente. Todos aplaudieron. Dicen, es cierto, que alguien arrojó una granada a los dos presidentes, pero no explotó. Porque claro, en Georgia hoy en día todo es de pega.

Recuerdo que en un viaje a Georgia hace mucho tiempo hablé largo y tendido con el jefe de la Iglesia Georgiana sobre la dura historia de su país y recuerdo las palabras de agradecimiento hacia los rusos, que salvaron a los cristianos georgianos de las matanzas de turcos y persas. Aún guardo la cruz georgiana hecha de mimbre que me regaló. Me gustaría saber qué comenta ahore la Iglesia Georgiana de las palabras del señor Saakashvilli.

Recordemos: tras la caída de Constantinopla en 1453, Georgia quedó como único estado cristiano en Asia, dentro de un océano musulmán, y durante muchos siglos fue objeto de agresión de turcos y persas. (la cristiana Armenia no pudo mantener su libertad). Se puede leer en los antiguos archivos acerca de los ríos de sangre vertida por los georgianos como resultado de estas luchas. A mí me enseñaron estas terribles crónicas.

Pero hay que leer también nuestros propios archivos para entender lo difícil que fue para Rusia proteger a Georgia. Hacer de Georgia una parte del imperio ruso significó tomar la responsabilidad de la defensa de las fronteras georgianas. Esto se convirtió en una carga tremenda para muchos siglos. No en vano muchos emperadores rusos, a pesar de las innumerables peticiones georgianas, no se decidieron a dar ese paso. El último que lo rechazó fue Pablo I, a quien le solicitó ayuda en 1798 el rey georgiano Georgui XII. EL hijo de Pablo, Alejandro I, no pudo rechazar. La "Gran Enciclopedia Rusa", editada antes de la revolución bolchevique, dice a este respecto:

“Al conocer el peso de los problemas y sufrimientos que traería a Rusia la unión con un país devastado por sus enemigos externos y desgarrado por los disturbios internos, el Emperador dudó. Se comunicó al Consejo Estatal el rechazo del Emperador a aceptar la unión de Georgia a Rusia. Pero el Consejo mantuvo su decisión anterior". Los argumentos decisivos no fueron en este caso las ambiciones imperiales sino el deber frente frente a gentes de la misma fe religiosa que estaban en peligro de una total aniquilación física.

El héroe de las guerras balcánicas, general Mijail Skobelev observó inteligentemente: "sólo los rusos se permiten tal lujo: ir a la guerra por compasión". El sentimiento de compasión, por supuesto, es digno de alabar. Pero es criminal no tener compasión por tu propia gente. Como resultado de la unión con Georgia se produjeron las innumerables guerras caucásicas, en las que corrieron ríos de sangre rusa. Incluso la tragedia ruso-chechena hunde sus raíces en este asunto. Para garantizar la seguridad de Georgia el ejército ruso tenía que cruzar inevitablemente el territorio checheno. Podemos compadecernos de Chechenia, que cayó bajo las ruedas de la historia, podemos compadecernos de Rusia, aplastada por esas mismas ruedas. Los rusos y los chechenos están cargando con un problema provocado por otros.

Hoy en día, cuando Georgia ha encontrado otro protector, quiere echar de manera humillante a nuestros soldados, e incluso exige compensaciones por la estancia de los "colonialistas" en la tierra georgiana.

¡Dios mío, haz que Georgia nunca nos vuelva a pedir nada!

Piotr Romanov
Publicado por Ria Novosti el 15-5-2005

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y eso sin contar que uno de los mayores carniceros de la historia era Georgiano,

César dijo...

Extraordinario sin paliativos el texto de Piotr Romanov. Celebro de veras tu iniciativa de reproducirlo aquí.

Al margen de ciertas notas sentimentales, el retrato de los tres Presidentes georgianos de la era postsoviética es impecable e inapelable desde la perspectiva del sentido común.

No obstante, yo me atrevería a añadir aquí lo que tantas otras veces he señalado en mi blog: Saakashvili hará bueno a Shevarnadze. Se admiten apuestas.

Iñaki dijo...

Ya le está haciendo bueno.
Pero ¿Cuántos medios de comunicación de los nuestros, de los libres, nos hablan de las revoluciones democráticas de Georgia y Kiev? Todavía, a estas alturas. ¿A nadie se le ha ocurrido simplemente contar los hechos uno después de otro? En Georgia hubo denuncias de falsificación de unas elecciones parlamentarias, y en lugar de estudiar las denuncias, como se hace en países democráticos,hubo manifas, asaltaron el parlamento y tomaron el gobierno. Desde el gobierno organizaron unas elecciones presidenciales y ganaron con el 95% de los votos. Yo ya cada vez que oigo la palabra "estándar" seguido del adjetivo "occidental" me huelo algo. POrque esto según la OSCE respondía a los estándares occidentales de democracia.
Y cuando caiga Misha, dirán que al principio era bueno y luego se echó a perder. Pero no, este era así desde el principio.
Luego están estas versiones de la historia, que a los nacionalistas en España se les discuten, con razón, pero en Georgia y en Ucrania son moneda corriente, y se les pasan. Por ejemplo, en los libros de texto en Ucrania se habla de la cesión de Crimea a Ucrania en los años 50. Dicen que fue "un intento de cargar sobre Ucrania la responsabilidad moral por la deportación de los tártaros de Crimea". Y sobre idioteces así quieren edificar un país.

César dijo...

Tal cual, Iñaki, tal cual lo expresas. Pretender añadir algo por mi parte, sería simplemente redundar.

Anónimo dijo...

Soy georgiana,y la verdad estoy de acuerdo contigo.Aunque ni hablando se puede salvar lo que ya está perdido hace mushos siglos:la libertad.El pueblo georgiano ha desaparecido,ya no hay buelta atrás,ya no podemos luchar como lo hacian nuestros antepasados,y los que quedamos solo somos polvo comparado con ellos.El dolor es muy grande,aunque no lo parezca (no ne refiero a los poderosos),y la sangre vertida de nuestros abuelos nos reclama entre los muertos.No merecemos ser georgianos,porque hemos perdido la batalla final.